La moción y la vacuna
ARTÍCULOS DE OCASIÓN ·
Han ido a lo suyo «estirando el chicle» para conquistar el poder a cualquier precio, mientras los ciudadanos viven angustiados con la falta de dosisLos políticos de hoy cuando ven peligrar el puesto que ocupan optan por el silencio y la invisibilidad. Así no se les oye ni se ... les ve durante largas temporadas. El miedo a significarse puede con ellos cuando intuyen el peligro del cese en el cargo o su nominación en las listas. Si son requeridos, siempre remitirán al periodista a lo que diga el partido. De esa forma diputados, senadores o concejales reniegan de su condición esencial de parlamentarios o gestores públicos. Otras veces, las más frecuentes, preferirán lanzar sus improperios e invectivas de unos contra otros, o magnificar sus propias frustraciones que solo afectan a ellos mismos. Pero rara vez se jugarán el tipo, ni aportarán iniciativas positivas que mejoren la vida colectiva si su partido dice lo contrario.
Lo peor ocurre cuando el ciudadano transmuta su desánimo en sentimiento de miedo al futuro, como sucede en la España de hoy. Ese miedo germina cuando constatan fehacientemente el peligro y la desconfianza que suscita la conducta de los políticos en la vida pública. Sucede cuando escuchan sus alegatos lanzados de unos a otros. Cuando los ven enloquecidos y fuera de control en la tribuna, vociferando injurias o calumnias con toda impunidad. Cuando comprueban que anteponen sus odios y ambiciones personales, construidos dialécticamente sobre el cinismo y la hipocresía, contrarios al bien común y a la verdad.
Todo esto es lo que ha ocurrido al escenificarse en la Región de Murcia la fraudulenta y tabernaria moción de censura, auspiciada por una candidata felina lanzada a la caza de una presa femenina viva de su misma camada para alcanzar el poder por la puerta de atrás. Ese es el señuelo presentado como suyo por un PSOE desconocido y desnortado que también ha corrido detrás de sus demonios ancestrales, dispuesto a aceptar todas sus exigencias, según han declarado los 'terribles' tránsfugas ultraderechistas. Una obscenidad difícil de superar.
La urgencia de esta moción de censura se fundamentaba en denunciar longevas corrupciones de los gobiernos anteriores del PP, que no son achacables al actual, al que no se le conoce ninguna tropelía tan grave que le haga merecedor del desalojo forzoso. El PSOE no mostró esa musculatura con los gobiernos murcianos del PP de antes viendo crecer aeropuertos, desaladoras, burbujas inmobiliarias y la ruina económica eterna que nos dejaron. Ahora han ido a lo suyo «estirando el chicle» para intentar conquistar el poder a cualquier precio mientras los ciudadanos viven angustiados con la falta de vacunas que no llegan. Las personas mayores, que son las olvidadas sin consideraciones sobre su riesgo vital, son postergadas por otros colectivos por criterios políticos, siendo los más indefensos. Unas veces vacunan a los monseñores, políticos con poder, funcionarios 'a porrillo', sindicalistas y hasta a los mecánicos de Zardoya Otis. Ese es el balance político.
Toda la avalancha de mociones de censura en España ha sido un plan maquiavélico tramado desde el Gobierno, volcando todo el poder del Estado, contra la estabilidad de las comunidades autónomas que no gobiernan ellos. Una auténtica convulsión en toda la geografía patria, que ha implosionado como bomba de relojería dejando solamente muertos políticos, sobre todo en Ciudadanos. Díganme si esta operación no es merecedora de una comisión de investigación que esclarezca el grado de participación en este seísmo fraguado desde la Moncloa y ejecutado dentro de las dependencias de las Delegaciones del Gobierno, bajo la supervisión del ministro Ábalos actuando como activista político de su partido.
Cuando se acusa de corrupción debe contarse toda la verdad. La única página negra que a mi juicio tuvo la Transición, quizá sea precisamente la del nacimiento de la corrupción política y económica que protagonizaron por igual PSOE y PP, con un monaguillo llamado CIU. Ahí nacieron la cal viva, Luis Roldán, los ERE andaluces, la 'caja B' del PP, Bárcenas, el 3% de CIU y los bolsillos llenos de cientos y cientos de golfos. Ahí están resumidos algunos de los males de la España democrática actual, incluyendo también las tropelías financieras y amatorias del Rey emérito.
Ese es el gran 'Watergate' español causante de toda la corrupción y los desmanes, aún por sentenciar. Y todo empezó por la financiación ilegal de los partidos políticos. Pero falta aún el arrepentimiento político y la asunción de culpa de todos los partidos políticos e instituciones implicadas que han causado tanto daño al sistema democrático y a España. Sin embargo, prefieren las cortinas de humo o esconder la cabeza bajo el ala protagonizando otras actuaciones hipócritas y vergonzantes. Por ética y la dignidad humana y colectiva, la regeneración del sistema democrático es inaplazable.
Lo más grave de la provocada cadena sincronizada de mociones de censura es que haya sido urdida desde el poder y secundada por partidos políticos, sirviéndose de tránsfugas, en la creencia de que la democracia es tener un voto más. Sin embargo, la democracia solo es el respeto al otro a través de un conjunto de normas que regulan las relaciones establecidas previamente entre todos y que unos y otros se saltan o manipulan actuando con la mayor hipocresía.
Lo que no perdonarán los mayores de ochenta años es que hayan culminado su impostura de ahora, olvidando a los miles de muertos de la pandemia; a los que están en los hospitales con grandísimos sufrimientos; a los que viven angustiados en espera de una vacuna que nunca llega siendo potencialmente los que corren más riesgos; concediendo prioridad a colectivos artificiales y genéricos; olvidando al ser humano, que es uno e irrepetible con sus patologías y características singulares. Aún hoy, cuando ya se ha vacunado más del 4% de la población española, no han terminado de vacunar a la mitad de los mayores de 80 años, muchos con graves patologías.
En vez de dar prioridad a historiales clínicos de los que tienen abundantes datos en sus sistemas informáticos, bastándoles con apretar un botón, lo han dejado todo en manos de los 'simones' y las celadoras telefónicas de los centros de salud que son las que recomiendan a los viejos paciencia, amonestándolos para que no se pongan nerviosos y esperen a ser llamados. Comparando moción y vacuna es cuando conoceremos verdaderamente a los falsos profetas. 'Por sus obras los conoceréis'. Sin disfraz.
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