Después de 20 meses de pandemia, los días de Adviento han llegado con nuestros anhelos de esperanza y nos acercan a una nueva Navidad más ... lejos del consumo y del bullicio que luego nos deja vacíos de sentido. Nos cuesta aceptarlo, pero nuestros días de duelo no han terminado. Viven alojados en nuestra cotidianidad de una crisis acumulada en lo sanitario, social y político; que en la vida pública se concreta en espacios tan comunes como la salud, el empleo, la vivienda y la educación. Esta Navidad es una nueva oportunidad de profundizar en lo que Cristo nos propone; y, con su gracia, que nunca falta, continuar trabajando en las soluciones. Nuestra campaña de Navidad dice: 'Cada Portal Importa', y sin buey ni mula la realidad es la de los que no podrán celebrar con dignidad la Nochebuena.
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Las cifras que señala el informe Foessa nos apabullan. Desde 2018 hemos pasado de 8,5 millones de personas excluidas a 11. Un aumento de 2,5 millones.
En Cáritas vivimos intensamente esta realidad para poner nuestro grano de arena en buscar 'soluciones definitivas', tal es la erradicación de la pobreza, que es nuestro gran reto.
Cáritas tiene en la Región de Murcia tres mil voluntarios. En España casi noventa mil. La figura del voluntario ha cobrado especial importancia en la sociedad tecnológica y globalizada con logros impensables, pero con unas enormes brechas sociales y vitales. Caminábamos con aparente seguridad en nuestro 'sistema', aunque, si analizamos lo ocurrido en la pandemia, hemos sufrido la consecuencia de una mecha preparada desde hace muchos años y que estalló. Creemos que ignorar el humanismo cristiano en las instituciones políticas mundiales, así como en las distintas legislaciones, es generar injusticia estructural a la que nos enfrentamos y cuyo precio pagamos en guerras, hambre, enfrentamientos sociales y grandes desequilibrios.
Los voluntarios son 'un redescubrimiento' de esos héroes anónimos, muchos de ellos se entregan 'al otro' por amor a Dios. En Cáritas queremos propagar ese contagio bueno del voluntariado. Los cristianos somos los primeros que debemos estar en primera línea siguiendo el mandato de Cristo.
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La Iglesia Católica, desde el principio, se apoyó en los que podían ayudar a los demás con su dinero y/o con su tiempo. Ese ejemplo trascendió; es nuestra cultura nacida en el cristianismo. Ocurre que para 'atajar' con radicalidad esta situación hemos de plantearnos cuál es nuestro reinvento y viene de la mano del 'todos voluntarios'. Lo que se hace no es suficiente y no existen expectativas serias de resolverlo. El voluntariado no es solo cuestión de dedicar algún tiempo, sino de una mentalidad magnánima con su tiempo y con su dinero que difunde en todo momento. Bien entendido que a veces el 'Portal' lo tenemos en nuestra casa, en nuestra familia. Pues ahí está nuestro voluntariado. El primer mensaje de nuestro Papa Francisco fue de Iglesia en salida, cristianos a las periferias económicas y espirituales. ¿Qué mayor drama que el de los excluidos y también de los que han perdido el rumbo trascendente? Por eso, nuestra sociedad civil debe entender la radicalidad de trabajar todos en esta dirección. No me refiero a los que nos mandan sino a nosotros, portadores de un enorme poder si vamos todos y con ánimo de entregar nuestro corazón con magnanimidad.
El compromiso del nuevo voluntario es 'multidisciplinar', porque no hay una sola causa común que le sea ajena. Desarrolla la ayuda a los que la necesitan de forma continuada y habitual: tiempo y dinero, realiza un consumo responsable, escribe a los medios de comunicación, influye en su familia y amigos, y también ejerce sus derechos de ciudadano con su voto y con su ejemplaridad. Hay que ensanchar el pecho y ser mucho más exigentes con los que nos gobiernan; seguro que mejorarán si todos empujamos en la regeneración.
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El Adviento y la Navidad son momentos excepcionales de reflexión y conversión donde nos planteamos con profundidad si estamos más cerca del hermano.
Todos sabemos que las posibilidades del cambio tecnológico son inmensas, pero requieren la dimensión ética que a menudo falta; solo hay que ver los contenidos que predominan, también el exceso de trabajo y el exceso de ocio. Así no es posible que la realidad del hermano aparezca. Las inmensas capacidades para el bien que Dios nos dotó son para compartirlas.
Tenemos que promover más espacios de sensibilización y de formación desde la escuela, que nos ayuden a conocernos mejor y llegar hasta lo que decía Madre Teresa: «Dar hasta que duela. Aprender a dar lo que nos cuesta más».
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Y como el conocimiento es fundamental, en Cáritas mejoramos la formación a voluntarios para que su desempeño y su corazón estén alineados. También nuestras conversaciones informales deberían tener más contenido relacionado con los proyectos de voluntariado en los que participamos, que se difundan por la capilaridad de la familia y del amigo.
La buena voluntad nos lleva a la paz y de aquí pasamos a un corazón magnánimo que sufre ante los desastres que sufrimos en nuestro entorno y en toda la humanidad. ¿Qué mejor entorno que el familiar para plantearnos allí el proyecto de compromiso con los que nos necesitan? De este modo, la Navidad recupera la visión del Niño Dios que dijo que el primer mandamiento era amar a Dios; y el segundo, al prójimo como a uno mismo.
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Para los cristianos, este es el reto más importante de nuestra vida y constituye la esencia de Cáritas.
Sabemos que podemos resolver la pobreza y la exclusión. Ganaremos todos y viviremos con más paz y alegría. Vamos a ello. En la Región de Murcia somos un millón y medio de voluntarios. ¿Qué puede rendirse a esta cifra?
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