¿Estaré equivocado?

No cometimos ningún 'crimen' cuando 'caímos', ningún acto reprochable. Bastante desgracia tenemos los enfermos que sufrimos día a día la enfermedad

Martes, 8 de julio 2025, 00:24

Cuando contraes una enfermedad grave, dígase la más conocida, cáncer o cualquier otra, para la sociedad acabas de cometer una especie de 'crimen' que tiene ... sus consecuencias:

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Profesional o laboralmente: se empieza a dudar de tu valía y capacidad de esfuerzo para afrontar el que era tu trabajo habitual, y progresivamente quedas para tareas menores, y fueren cuales fueren tus méritos anteriores, te vas diluyendo en ocupaciones donde el margen de error difícilmente existe, hasta tu despedida. Es natural. Yo, en este aspecto, o he tenido o me gané la suerte, reconocida, de tener licencia para poder seguir aportando un poco, desde mi particular y apartada atalaya.

Socialmente: tu compañía o contacto deja de ser del agrado de mucha gente, conocidos e incluso amigos que efectivamente no quieren estar cerca de las desgracias o tristezas, que entienden pueden afectar su felicidad y la de los suyos. Es más fácil vivir al margen de las desgracias ajenas, simplemente es naturaleza humana. También 'natur der sache' con raíces en la filosofía aristotélica, entendiendo la naturaleza de las cosas, puedes comprender comportamientos y propósitos, sin que te hagan daño.

Familiarmente: has logrado enfermar a toda la familia, que se verá afectada y será víctima de la enfermedad: unos la vivirán y sufrirán como propia, verdaderos ángeles custodios; otros huirán de ella, pues al hablar de ella se sentirán enfermos, afectados, y al estar sanos querrán vivir su vida; otros simplemente la mantendrán alejada de su mente como si no existiera, o no fuera con ellos, para sencillamente no sufrir.

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En definitiva, en todos los sentidos, tú que quizá lo fuiste todo, o creíste serlo, para una serie de personas, ¡dejas de serlo!, eres casi invisible. Acabas dependiendo de la misericordia humana, de la comprensión, de la lástima, a veces de la huida, del olvido. Acabas siendo casi nada, aunque para ti sigas siendo el mismo.

En esta sociedad que vivimos, ¡no decimos la verdad! A pesar de campañas y publicidades hipócritas, en general nos dan igual las víctimas de guerras que están lejos, las hambrunas..., consideramos mejor alejarnos mentalmente y olvidar. Casi que nos dan igual los enfermos, mentalmente los tenemos apartados. Son problemas de los médicos, de instituciones y almas caritativas, de la familia, de asociaciones...

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No cometimos ningún 'crimen' cuando 'caímos', ningún acto reprochable. Bastante desgracia tenemos los enfermos que sufrimos día a día, minuto a minuto, la enfermedad, haciendo que otros sean victimizados con nosotros, por 'aguantar' las consecuencias de una enfermedad, ¡que los enfermos no hubiéramos deseado tener nunca! Sabemos qué significa.

Menos mal que tenemos dos asideros: uno, la fe que cada uno tenga, y a la que, muchos entre los que me cuento, suelen volver por egoísmo; y los psicólogos, como el mío, que explican 'esto' de tal forma, que te lo hacen ver como una nueva oportunidad de vivir lo que antes no has sabido valorar; de ser otra persona, que aún en esas penosas circunstancias puede alcanzar una existencia más disfrutona quizá por más corta y finita.

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Yo pienso, y lo normal es que esté equivocado, que los enfermos de cáncer y otras enfermedades similares no hemos hecho nada reprochable, solo enfermar; que comprendemos finalmente que no podemos involucrar a toda la gente que antes estaba a nuestro alrededor: jefes, compañeros de trabajo, familia, amigos e incluso conocidos, cuya actitud de alejamiento es tanto o menos reprochable que nuestra enfermedad, es puramente humana.

En nuestra enfermedad, bastante tenemos con los ángeles que nos cuidan: esposas, esposos, compañeros, compañeras, amigos; con los médicos, enfermeros y auxiliares que se desviven por nosotros profesional y humanamente; con los psicólogos que son capaces de darte vida donde prácticamente no la hay; con los amigos de verdad, que quieren estar, a pesar de los pesares, y hacer que te sientas el mismo de siempre.

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Bastante tenemos con ellos. Y por eso todos los días agradecemos a nuestra fe, quien la tenga, y a todas las personas, entidades y asociaciones que nos tienen en cuenta y hacen un poco mejor nuestra existencia.

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