Hace 30 años, del 4 al 15 de septiembre de 1995, durante la Cuarta Conferencia Mundial de las Mujeres de las Naciones Unidas, celebrada en ... Pekín (Beijing 95), 189 gobiernos del mundo discutieron y aprobaron la Declaración y la Plataforma para la Acción. Con urgencia y audacia, a nivel mundial, la Declaración y la Plataforma se erigieron como el marco de políticas más ambicioso de la historia persiguiendo la igualdad de género que empoderaría a las mujeres y a las niñas, para el bien global de toda la sociedad. Y está siendo así, porque un enfoque basado en la igualdad de género y en las necesidades de las mujeres genera un efecto multiplicador y sostenible del desarrollo, con beneficios que repercuten en la prosperidad no solo de las mujeres, sino de todas las personas dentro de cada comunidad.
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Las doce esferas de acción de Beijing incluían la paz, la educación, la salud, la pobreza, la violencia contra las mujeres, los conflictos armados, la economía, la toma de decisiones y la participación política, los derechos humanos de las mujeres, los medios de difusión, el medio ambiente y las niñas. Esa Plataforma de Acción sigue siendo la hoja de ruta fundamental para la acción, inspirando a muchos colectivos, ya que treinta años después, la discriminación y los sesgos de género siguen campando en todo el planeta, y en todas las economías (ricas y pobres), porque cuesta cambiar las mentalidades y se siguen evidenciando brechas que limitan el progreso y la calidad de vida de las mujeres.
En estos treinta años, en algunos países, que no en todos, la situación de las mujeres ha mejorado sustancialmente, aunque con luces y sombras. Se han promulgado 1.531 reformas legislativas para incentivar la igualdad, pero las mujeres solo gozan del 64% de los derechos que disfrutan los varones; la proporción de mujeres en parlamentos se ha duplicado desde 1995, pero tres cuartos de los escaños siguen estando ocupados por hombres; todavía 59,5 millones de chicas en Asia continental y en África subsahariana siguen sin poder disfrutar de la educación; en el empleo, 37% de mujeres en edad laboral no acce den a puestos de trabajo frente a un 8% de los varones; 2.000 millones de mujeres y niñas no tienen derecho a protección social; las mujeres sufren el 95% de la violencia sexual en zonas en conflicto (que ha aumentado un 50%) y, aunque la proporción de mujeres utilizando internet se acrecentó al 65% en 2024, son casi 300 millones más de varones los que lo utilizan y los que desarrollan sus competencias en nuevas tecnologías, lo que no hace sino ensanchar la brecha de género digital y, en consecuencia, el acceso a las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías.
En algunos países más industrializados creemos que hemos alcanzado cotas suficientes de igualdad, pero los números indican que aquí también queda mucho por conseguir y que, si no estamos ojo avizor, con la aplicación de la inteligencia artificial generativa puede que el sesgo no disminuya, sino que se acreciente. Bien al contrario, hemos de aprovechar el empuje de las nuevas tecnologías para cerrar las fisuras de desigualdad incorporando a mujeres y niñas a la tecnología.
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Desde ONU-Mujeres, basándose en Pekín y en el Pacto para el Futuro de Naciones Unidas, han elaborado el Programa de Acción Beijing+30, que entronca con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y subraya el principio '6+1'. Se propugnan seis acciones para que la igualdad de género en todo el planeta sea una realidad lo antes posible. Esas seis acciones son: reducir la brecha digital de género; situar a las mujeres en el centro del desarrollo económico sostenible; impulsar el liderazgo de las mujeres en la adopción de decisiones; poner fin a la violencia contra las mujeres; agrandar la rendición de cuentas en los ámbitos de la paz, la seguridad y la acción humanitaria, y procurar la justicia climática. Y se añade el '6+1' para activamente involucrar a los y a las jóvenes, que con un cambio de perspectiva necesario sean corresponsables de crear un mundo en el que todas las decisiones y acciones se tomen en pie de igualdad.
Simplemente, perseguimos la igualdad de oportunidades real desde el nacimiento y en todas las facetas de la vida, y eso incluye la libertad de toma de decisiones. Y aunque se haya avanzado, miles de años de desigualdad no se remedian ni en 30 ni en 50 años. Se supone que en Europa solo conseguiremos la paridad real en el año 2097, pero los números cantan y la realidad es que a la igualdad de género solo se aplica el 4% de la financiación global, lo que es a todas luces muy insuficiente.
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