De Framingham a Madrid

Investigadores del CNIC han logrado un hallazgo sorprendente: ciertas bacterias intestinales se asocian con una mayor prevalencia de lesiones ateroscleróticas

Martes, 22 de julio 2025, 01:04

En el paisaje de la ciencia médica, hay lugares que trascienden su geografía y se convierten en símbolos. Uno de ellos es Framingham, pequeña ciudad ... de Massachusetts, conocida por sus otoños brillantes y arces enrojecidos, ha sido desde los años cincuenta del pasado siglo el epicentro de un experimento científico que ha supuesto un cambio esencial para la comprensión de las enfermedades cardiovasculares. Durante décadas, miles de vecinos –ya son tres generaciones– han sido observados con paciencia meticulosa, con controles de salud, análisis y evaluaciones periódicos en una de las investigaciones más influyentes de la medicina moderna. Gracias a ese minucioso seguimiento prolongado se descubrió, entre otras cosas, que el tabaquismo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón, que el colesterol elevado contribuye a endurecer las arterias y que la hipertensión es un enemigo silencioso del cerebro y del corazón. Una investigación, conocida como el Estudio de Framingham, que inauguró una forma de hacer ciencia mediante la observación a largo plazo de poblaciones reales para descifrar las claves de la salud.

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Hoy, más de setenta años después, ese mismo espíritu de observación rigurosa y compromiso científico se reencarna en un ambicioso estudio liderado por investigadores españoles, cuyos resultados acaban de ser publicados en la prestigiosa revista 'Nature'. Se trata de un trabajo pionero que señala a un nuevo protagonista en la lucha contra la arteriosclerosis, la microbiota intestinal. Ese conjunto inmenso y variado de bacterias que habitan nuestro intestino y que desempeñan un importante papel sobre la salud del aparato circulatorio. En un estudio desarrollado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), a partir de la observación de una gran cohorte española integrada por más de 4.000 empleados del Banco Santander, desde hace más de una década sometidos a exámenes médicos periódicos con tecnologías avanzadas como ecografías vasculares y TAC coronario en un seguimiento reservado, minucioso y perseverante que, como en Framingham, empieza ahora a dar frutos decisivos. Lo que han hallado estos investigadores es sorprendente. Han identificado que ciertas bacterias intestinales, sobre todo del género Streptococcus, se asocian con una mayor prevalencia de lesiones ateroscleróticas en personas sin síntomas clínicos ni factores de riesgo tradicionales. Es decir, incluso en individuos jóvenes, sanos, no fumadores, con niveles normales de colesterol y tensión arterial, la presencia de determinados perfiles microbianos en el intestino se correlaciona con una mayor probabilidad de desarrollar placas en las arterias. Un hallazgo que sugiere que la arteriosclerosis –esa enfermedad lenta y sigilosa que puede acabar en infarto, ictus o amputación– podría tener un componente microbiano que hasta ahora había pasado desapercibido. Al parecer, algunas de estas bacterias intestinales metabolizan nutrientes y liberan compuestos inflamatorios que circulan por el torrente sanguíneo dañando progresivamente las paredes de las arterias. Esta inflamación crónica y persistente actúa como un goteo invisible, favoreciendo el depósito de lípidos y células inmunitarias que, con el tiempo, acaban formando la temida placa aterosclerótica. Un mecanismo insidioso, que no duele ni avisa, pero que prepara el terreno para futuras catástrofes cardiovasculares.

La importancia de este descubrimiento abre nuevas vías tanto para la prevención como para el tratamiento de la arteriosclerosis. Si ciertas bacterias pueden favorecer su desarrollo, tal vez sea posible neutralizarlas o modificar el ecosistema intestinal mediante cambios en la dieta, probióticos, fármacos o incluso trasplantes fecales. Además, este hallazgo refuerza la idea de que la salud es un fenómeno sistémico, donde no solo participan nuestros órganos y genes, sino también nuestros huéspedes microscópicos. La medicina del futuro ya no sólo se fijará únicamente en el colesterol o la presión arterial, sino también en el equilibrio –o el desequilibrio– del mundo bacteriano que llevamos dentro.

El estudio sugiere que la arteriosclerosis podría tener un componente microbiano

Este avance es también un elogio a la ciencia paciente, a la investigación que no busca el titular rápido, sino el conocimiento sólido. Así como Framingham necesitó décadas para transformar la medicina cardiovascular, este proyecto de investigación español demuestra que el tiempo es el mejor aliado de la ciencia rigurosa. Y que, incluso en una época dominada por la inmediatez y la gratificación instantánea, hay lugar para investigaciones de largo recorrido capaces de cambiar el rumbo de la medicina.

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En Framingham, el otoño con su paisaje multicolor de hojas otoñales que se desprenden recuerda la fragilidad de la vida. Aunque el azar sigue presidiendo nuestras vidas, está en nuestras manos reducir las cartas marcadas. No podemos evitar lo inevitable, como la caída de las hojas en otoño, pero sí podemos prepararnos para que el invierno nos encuentre más fuertes, más sabios y, sobre todo, más conscientes de que en el interior del cuerpo, incluso en sus rincones más humildes, se esconden, silenciosos, los secretos de nuestra salud.

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