Aire acondicionado

Cuando parecía haber acuerdo por el mando a distancia de la tele, hay otra fricción por la división entre frioleros impenitentes y acalorados pertinaces

Con la llegada del calor se reactiva una de las desavenencias más comunes en el hogar, en especial entre parejas. No hay tregua. Cuando por ... fin parecía haberse alcanzado un acuerdo en la histórica disputa por el mando a distancia del televisor –cetro doméstico que otorga el poder de decidir qué programa se ve–, esta nueva discordia gira sobre el artilugio del aire acondicionado, por la simple razón de la permanente y real división entre frioleros impenitentes y acalorados pertinaces. O, mejor dicho, por la disyuntiva de establecer unos grados de temperatura que a todos complazca. En esta tesitura habría que considerar que, en el arrobo del enamoramiento, quizás, al atractivo físico y la afinidad espiritual, habría que profundizar acerca de una cierta compatibilidad térmica. No es raro en esa dualidad que mientras uno de los miembros vive en un constante modo horno, el otro lo haga asentado como los pingüinos. Es por tanto un escenario abocado al desencuentro, potencial fuente de conflictos, en la finalidad de convertir los espacios de la casa en sucedáneo del Ártico polar, o, por el contrario, disfrutar de las bondades que brinda un moderado y suave clima tropical. El punto álgido de este debate se alcanza sin duda durante las noches, cuando el dormitorio se convierte –según quién detente en ese momento la preciada posesión del mando– en una nevera de alto voltaje, o en una sauna con nombre propio.

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Más allá de estos –hasta cierto punto– amables desencuentros domésticos, no se pueden negar las bondades del aire acondicionado cuando el calor aprieta, circunstancia habitual durante muchos meses por estas latitudes. En esos días de bochorno, el cuerpo puede sufrir calambres, mareos o incluso desvanecimientos que pueden ser antesala del temible golpe de calor, por efecto de la sudoración abundante para eliminar el calor interno. Como se comprueba, llegada la temporada veraniega hay una reiteración de advertencias informativas por las autoridades sanitarias y los expertos, para prevenir situaciones de salud ominosas como consecuencia de las elevadas temperaturas. De forma que se recomienda, de aparecer los signos de alarma mencionados, en principio sutiles, evitar exponerse al sol en horas de máxima incidencia, como renunciar al ejercicio físico, buscar abrigo en zonas sombreadas, beber agua en abundancia y recluirse en lugares climatizados. Estos refugios provistos de esta creciente tecnología para enfriar el aire, en las guías de salud norteamericanas, sugieren como opción curiosa el guarecerse en las bibliotecas públicas, habituales en todos los pueblos. Una opción aquí complicada, reemplazada por buscar oportuno cobijo al amparo de los numerosos centros comerciales, en los que el aire refrigerado funciona de maravilla.

Sería absurdo no disfrutar de las bondades de ese aire acondicionado. Pero –y siempre hay un, pero, qué le vamos a hacer– detrás de la sensación de frescor reconfortante se pueden esconder algunos problemas de salud. Estos aparatos eliminan la humedad del ambiente, con lo que el aire frío y seco que desprenden irrita las vías respiratorias y puede causar tos, congestión nasal, sinusitis y bronquitis, o empeorar procesos crónicos como el asma. Además de ser vehículo para la transmisión de virus, como la gripe o bacterianos, como la legionelosis, por el ambiente cerrado y aislado en el que los gérmenes pueden sobrevivir y propagarse fácilmente, en especial cuando los filtros acumulan polvo, moho y otros alérgenos que se dispersan por el aire. Circunstancias que obligan a un cuidado y mantenimiento frecuentes, con sencillos consejos como cambiar los filtros regularmente y asegurar que el sistema esté libre de polvo y moho. Utilizar un humidificador ambiental y ventilar con frecuencia los espacios abriendo ventanas y puertas. Como considerar con la eficiencia energética el ahorro de la factura eléctrica.

En guías de salud norteamericanas, sugieren como opción curiosa guarecerse en las bibliotecas públicas

El aire acondicionado puede ser un gran aliado en el verano, conscientes de los posibles problemas de salud, en general leves. Porque no es necesario recurrir al ingenioso título de la obra de Henry Miller 'Una pesadilla con aire acondicionado', tomado en un sentido metafórico, en el que Miller, decepcionado tras un viaje recorriendo la Norteamérica profunda natal, tras largos años de residir en París, finalizada la Segunda Guerra Mundial, reflexiona sobre un tiempo y un país en situación de emergencia nacional, en la que esa refrigeración simbolizaba para él un progreso que excluye a los marginados sociales, en una dependencia de carácter psicológico, convertida en una obsesión, desconectados de la realidad del entorno. Pero, transcurridas unas décadas del texto apuntado, la mirada actual sobre el aire acondicionado es de miras más modestas. Porque, en plena canícula, se agradece –y mucho– ese frescor reconfortante. Con mesura y de forma razonable, es posible disfrutar del fresquito sin caer en algunos de sus inconvenientes.

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