La vichyssoise
Lo nimio, lo insignificante, lo ridículamente prescindible es lo más importante, bien lo sabe usted
Querido lector, en estos días de asueto y holganza, en unas vacaciones que nunca son tan largas como debieran ni nos dan el descanso que ... necesitamos, seguro que habrá usted tenido tiempo de pensar en muchas cosas. Le habrán venido a la cabeza recuerdos preciosos, de momentos quizás lejanos, en los que hacía cosas sin importancia, pero que estaban cargados de emoción. ¿Verdad que sí? A renglón seguido, habrá usted reflexionado sobre el punto en el que se encuentra usted, los demás, y en dónde quedaron aquellos momentos que, ay, no recuerda haber vivido recientemente.
También habrá pensado en cómo va el mundo. Las guerras, las terribles guerras. Los juegos olímpicos, claro. Las idas y venidas en la escena política de unos y otros. Mbappé, Carlos Alcaraz y Carolina Marín. En fin, todo. Y, ¿qué ha concluido usted? ¿Ha llegado usted al corolario de la cosa? ¿Hay que hacer más o renunciar a todo? Sepa usted que faquires, derviches y ebionitas, acostumbrados a la vida mística y a no hacer uso de casi nada terrenal en su búsqueda de la salvación espiritual, son los mejores ejemplos de lo que no debe hacerse. Renunciar a la legítima aspiración individual por gozar de una existencia cómoda, así lo pienso yo, no nos va a hacer necesariamente mejores.
Hay más ejemplos de lo que no debe hacerse. Querer para uno lo de los demás, actuar por egoísmo, todos lo sabemos, pues compartimos un sustrato de formación ética judeo-cristiana que se mezcla con una base de filosofía griega y cultura romana. Ahí está todo dicho, no hay que inventar más. De eso depende nuestra convivencia diaria, el paso por nuestra familia, la comunidad de vecinos, nuestra calle, el barrio, el pueblo, nuestro mundo. De un detalle nimio, de una muestra de respeto, de un cariño generoso y desprendido hacia los que nos rodean.
Sin embargo, siendo tan fácil y evidente, no funciona. Nos damos cuenta al abrir LA VERDAD cada mañana. Naturalmente, la sección de sucesos nos muestra las más claras pruebas de que hay algo que falla. Pero no se queden sólo en lo sórdido de lo sucedido. Vayan a nacional, a internacional, a economía, y díganme si no les repugna el relato diario de lo que no es más que una batalla permanente de egos insatisfechos, de gentes ignominiosas que muestran las más pútridas iniquidades del género humano buscando exclusivamente hacer lo que les dé la gana, a cualquier precio.
Y, ¿qué hacemos entonces?, ¿cómo escapamos de ahí? Hombre, San Agustín decía, «'noli foras ire, in teipsum reddi; in interiore homine habitat veritas'», y esto no sólo vale para aquellos que tienen la fe caracterizada y han sido ungidos por el Espíritu Santo. Buscar el amor dentro de uno, aún sin el amor de Dios, es el único camino. Y es posible que sea el amor de los que le quieren lo que se haya de recordar con mayor frecuencia. El amor por las cosas pequeñas que con tanta ilusión hace años miraba con una sonrisa, iluminado el rostro, que podía dar sentido a un momento, a una hora, a un día entero...
Se me ocurren más cosas. Por ejemplo, al pasear por la ciudad veo edificios coronados por la leyenda 'Labor omnia vincit', el trabajo todo lo vence, incluso en alemán 'Arbeit ist des Bürgers Zierde', el trabajo es el adorno del ciudadano, de Schiller nada menos, que viene a santificar el esfuerzo, el ritmo cadencioso del hombre sin nombre, de todos los hombres, que cada mañana mueve el mundo con sus manos, empuja y arrastra, y vuelve a casa luciendo la guirnalda que acredita su victoria diaria, su pequeño trofeo que justifica y legitima su vida en sociedad como buen vecino.
Al final, tras este período de reflexión, hay que exorcizar lo penoso del curso pasado, dejar atrás lo que resta y pensar en lo que suma. Pues bien, prepare usted vichyssoise, sí, vichyssoise, lo decía el otro día Ignacio Peyró. ¿Por qué ya nadie la prepara? ¿No es el símbolo de la mayor normalidad? ¿Acaso la vichyssoise no sintetiza el regular funcionamiento de su sistema emocional? ¿No es la vichyssoise la prueba de su seguridad en que las cosas van a ir bien? ¿Ha visto usted a alguien alguna vez preparar vichyssoise sin la certeza de que la familia, en orden y armonía, disfrutaría del almuerzo con cariño? Lo nimio, lo insignificante, lo ridículamente prescindible es lo más importante, bien lo sabe usted.
Lamentablemente, estamos en otras cosas. Cosas que no nos llenan de nada, que nos vacían, que no enriquecen nuestra rutina, que no permiten proyectar nuestro cariño en los que nos rodean –y al mundo– a través del gesto minúsculo, del pequeño esfuerzo, del plato lleno de amor y alegría. Déjese ya de tonterías y prepare usted una rica vichyssoise.
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