Rey servido y patria honrada
Rendir homenaje a los chavales que hay en los Ejércitos y la Armada es la mejor manera de honrarlos y de que la sociedad se contagie con su modelo
Hay por ahí unos chavales que no se van a pasar la tarde mirando absurdos programas aspiracionales en los que unos 'wannabes' hacen el mamarracho ... porque quieren llegar rápido y sin dar palo al agua al estrellato televisivo. Hay por ahí unos chavales que no están buscando la manera de escaquearse y dejar que los demás carguen con sus obligaciones. Hay por ahí unos chavales que saben que de ellos dependen sus camaradas, y por eso no dejan nada pendiente y nunca dan por terminado su trabajo hasta que están seguros de que ha quedado impecable. Hay por ahí unos chavales que creen en lo que hacen, en la generosidad, en el compañerismo y que llevan el concepto de solidaridad hasta su máxima expresión. Hay por ahí unos chavales que eligieron ganarse la vida sirviendo a los demás, y esto se ha vuelto más importante que lo primero. Hay por ahí unos chavales que son para nosotros la última línea de paz, de libertad y de justicia.
España son ellos, desde el regimiento inmemorial del Rey, que llevó a Fernando III el Santo a Sevilla en el S.XIII, hasta la última y más moderna unidad, han estado mil años manteniendo nuestro viejo país a flote en tantas singladuras.
Justicia, paz y libertad es lo que nos dan, en silencio y discretamente, sin asumir nunca el protagonismo, pero velando nuestro sueño hasta el alba, cada noche, vigilantes.
Europa, sin ellos, no lo sería, porque se habría acabado hace muchos siglos sin su guardia lejos de nuestras fronteras, en el Mediterráneo, con Don Juan de Austria o Álvaro de Bazán, y al este del continente, como en Castelnuovo los Tercios viejos, protegiendo lo que en aquel momento tocaba defender.
Respeto, siempre, es lo que les debemos sin que ellos lo reclamen, porque nada piden más allá de servir a los demás. En Valencia, el aplauso de la gente llana al verlos trabajar sin descanso les da el ánimo que necesitan para seguir. Igual que en cualquier otro lugar en el que se despliegan fuera de España, aunque no los veamos, con la misma fuerza, con el mismo convencimiento, con la misma alegría.
Compañerismo, sana camaradería y abrazo fraterno es lo que tienen siempre para quien les necesita, ofreciendo lo que pueden para ser útiles. Y entre ellos, unidos, firmes o en descanso, siempre cómplices y confiados en que nadie les dejará caer.
Igualdad, es lo que nos enseñan, porque todos ellos son igualmente necesarios en el cumplimiento del deber, en la consecución de objetivos para los que es imprescindible que unos se apoyen en otros con la certeza de que nadie fallará.
Tierra, que cubre las tumbas de aquellos que entregaron su vida para que el resto pudiera seguir con la suya, y que sostiene los cimientos de nuestra sociedad, firmemente apoyados en tan sólida armadura. En manos de la Virgen de Loreto hace solo unas semanas quedó el último de ellos, en su postrero día, encomendado.
Orgullo, el que sentimos cuando los vemos, seguros, ciertos de su misión y sino, generosos en su servicio y firmes en sus valores, marchando en la vanguardia.
Hay por ahí unos chavales, en los Ejércitos y la Armada, que esta Navidad no podrán estar con sus hijos, cambiándoles los pañales a los más pequeños o acaso enseñando a montar en la bici nueva a los que estén ya en edad. No se ocuparán sus sillas en la mesa de Nochebuena y un nudo amargo en la garganta cortará la respiración a los suyos cada vez que levanten la vista del plato sin encontrarles a su lado. Saben sus familias, y buscan en ello el consuelo, que España, que es una madre generosa, siempre ha dado al mundo a sus mejores hijos, y ellos son los mejores de entre nosotros. Sin que ustedes lo sepan, ni los vean, ni los oigan, ellos estarán alerta, con la vista clara puesta en el horizonte y siempre en primer tiempo de saludo.
Y su ejemplo es nuestra riqueza y fuente de inspiración. No podemos permitirnos desperdiciar semejante caudal sin emularlos y encontrar el modo de estar a su altura, ser mejores para nosotros y para los demás. Rendirles homenaje es la mejor manera de honrarlos y de que la sociedad se contagie con su modelo, de que los niños entiendan lo que es la vocación de servicio y la generosidad, que con desprecio de la propia vida llega a veces al sacrificio. Que conozcan sus valores, el orgullo de ser españoles, la herencia de la que somos albaceas y que tenemos que entregar a las siguientes generaciones aún con más brillo.
Por ellos brindaremos nosotros, que los conocemos y sabemos de qué pasta están hechos y lo importantes que son.
–A tus órdenes.
–No. Yo a las tuyas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión