Así que de la noche a la mañana y como el que no quiere la cosa, Murcia y Madrid se hermanaron. Y no lo hicieron ... por afinidad, ni por origen ni por nuestros dos reales (Real Madrid y Real Murcia), ni siquiera porque el dichoso AVE que llevamos esperando en Murcia desde no sé cuándo, uniese por fin de forma rápida y confortable las dos capitales: la del Manzanares y la del Segura. Y no, tampoco se hermanaron por sus dos ríos, que no son ni de lejos el Guadalquivir a su paso por Sevilla, ni el Sena cuando serpentea París. No, a Murcia y a Madrid les unió la política.
Publicidad
Todo comenzó en el feo edificio multiusos de Centrofama de la capital murciana, donde Ciudadanos tiene su sede y en el que en una noche de marzo reunieron a los diputados regionales de ese partido para hacerles firmar una moción de censura al Gobierno regional. Pero como este artículo va de ese fino hilo que está uniendo Murcia con Madrid, habrá que convenir que antes de esa noche se escribió un prólogo necesario en la capital madrileña y en el también necesario complot previo mediante el cual los nuevos hechiceros de la tribu, o sea los asesores políticos, decidieron iniciar una maniobra para que el llamado partido centrista cambiase de bando y gracias a la alquimia parlamentaria alumbrar nuevo gobierno en esta región uniprovincial como ensayo clínico para gestas mayores.
No salió bien, como saben, el ensayo. Estallaron los tubos de laboratorio y se desató un descomunal lío en la escena política, que nos ha llevado a una fracasada moción de censura en la Región de Murcia y unas elecciones en Madrid, de las que se habla y se escribe mañana, tarde y noche.
Y eso ha unido Murcia y Madrid. Lo que ocurra el 4 de mayo y sucesivos días ya se verá, pero de momento a mí me ha valido para poder desgranar unas líneas sobre mis ciudades preferidas: Murcia y Madrid. La primera por lo obvio. Aquí nací, en la calle Sagasta, y aquí vivo, agarrado a las faldas de El Valle.
Publicidad
La segunda porque me encanta Madrid. Podría enumerar muchas razones, pero me quedo con el principal motivo por el que me gusta: «A Madrid se viene a que nos dejen en paz», en palabras del periodista gallego Rafael Latorre. Sin más, sin antecedentes y sin consecuentes. Sin RH negativo y sin el carné de identidad en la boca.
Andrés Trapiello ha escrito recientemente un magistral libro donde se adentra en el alma de Madrid. Trapiello es un confeso 'gayista' (admirador rendido de la obra de Ramón Gaya), por lo que lo hemos disfrutado mucho por Murcia, lo que otorga a esta unión un nuevo vínculo.
Publicidad
Desde que Felipe II en 1561 decidiera trasladar su corte a Madrid, la capital ha sido el escenario principal de la historia de España. El libro de Trapiello no es un relato histórico, ni una guía, ni siquiera una crónica de la ciudad. Es un libro que pretende, nada menos, que captar la esencia de una urbe a lo largo de su historia, sus gentes, sus edificios, sus rincones. Y lo escribe, claro, un leonés.
Yo la descubrí con apenas 14 años. El Prado, el Escorial, la antigua casa de fieras del Retiro y, por supuesto, el tercer anfiteatro (aún no se había construido el cuarto) del Bernabéu. Luego ha habido muchos Madrid. Lúdicos, profesionales, familiares. El Madrid literario de Galdós, Azorín, Baroja, Valle... por supuesto ninguno nacido en Madrid. El Madrid de los cielos velazqueños, que pintase un sevillano Velázquez.
Publicidad
Pues Madrid va a las urnas el próximo 4 de mayo. Gracias o por culpa de Murcia. Que les vaya bien. Espero que siga valiendo esa maravillosa definición de Giménez Caballero, que es por la que considero a Madrid irresistible: «Haber nacido en Madrid no da derecho a nada». Como en Murcia.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión