Madre mía, cómo estaré de carlanco que me acuerdo hasta de la publicidad del tabaco (y de fumar en los aviones, y hasta en los ... exámenes de la uni). –¿Y cómo era? Bueno, a ti te quitaba los nervios, pero atufabas a los que te rodeaban. –No, digo que cómo era la publicidad. Ay perdona. Pues como suele ser toda publicidad: consume esto para molar. Nunca distinguí (apenas los caté) el Winston del Marlboro, pero el primero vendía el 'glamour' del jazz y el segundo la independencia del 'cowboy'. Por algún motivo, fumar consistía en norteamericanizarse. Menos con el Ducados, que era lo que fumaba yo, porque de eso no había anuncios, claro.
Con los coches pasa parecido: todo es un molar, un ser libre, un acelerar y dejar atrás al resto. Luego viene la realidad repartiendo tortas, claro, pero en los mundos de 'yuppies' del lenguaje publicitario las advertencias sobre moderación y responsabilidad suenan raras y matan toda la épica. Eric Lawson, uno de los actores que encarnó al libérrimo 'Hombre Marlboro', murió de cáncer. La ley antitabaco española de 2006 terminó con lo de fumar en interiores y con la publicidad de la nicotina. Ese mismo año entró en vigor el carné por puntos. Las derechas españolas salieron en tromba a denunciar que esas medidas socavaban la libertad, los derechos fundamentales de los españoles y la 'consti' del 78, que es un poco el argumento con el que suelen justificar votar en contra de cualquier ley de libertades civiles y ampliación de derechos fundamentales (divorcio, aborto, matrimonio homosexual, eutanasia, ley trans etc), o en contra de la misma consti del 78, ya que estamos.
Cuando se habla de libertad se habla en realidad de dos cosas diferentes: una es la libertad verdadera, la que acaba donde empieza la del otro, esa cosa frágil y compleja que depende siempre de un marco adecuado de convivencia e igualdad. La otra es la de vender humo. Sin un código de circulación universal no llegaríamos ni a la esquina de nuestra calle sin pegarnos tres piñazos: nuestra libertad de irnos el domingo a la playa depende de que los semáforos funcionen y el resto de conductores los respeten, que son cosas que jamás se ven en los anuncios de coches porque son un rollo y matan toda la épica, pero que luego, en la vida real, dan gustico. Y salvan vidas.
Distinguir una de otra es bastante sencillo: la primera viene con un manual de instrucciones más largo que las 'Páginas Amarillas', que es otra tecnología obsoleta que soy lo bastante viejo para recordar. La segunda es un flipe: gente guapa, musicote, videoclip 'currao', vestuario, 'brilli brilli', de 'tó por tó'. La palabra clave es: fliparse. Como en la teletienda. Como en los anuncios de Marlboro (toma 12: enciéndete otro, Eric). ¿Más ejemplos? Copiopego por aquí la 'bio 'de Twitter de Isabel Díaz Ayuso: «Presidenta de la Comunidad de Madrid, la región más libre y casa de todos los españoles. Libertad y después, todo lo demás». Y ahora me alejo silenciosamente.
Ya he vuelto. Sin ser santo de mi devoción, me ha parecido muy interesante el enfoque en este asunto de José María Lassalle. Secretario de Estado con Rajoy y heredero de una larga tradición liberal española, Lassalle apuesta en su último libro, 'El liberalismo herido'. Reivindicación de la libertad frente a la nostalgia del autoritarismo (Arpa, 2021), por arrebatar el concepto libertad de vendedores de humo como Ayuso, a quien tacha de «populista libertaria». Nunca un liberal como Lassalle plantearía una disyuntiva entre libertad e igualdad, pues sabemos desde la Revolución Francesa que –junto a la fraternidad– son condiciones mutuas.
De tanto vaciar el concepto, de tanto anuncio de libertad con musicote, al final nos va a dar por pensar que eso de la libertad es un fliparse y poco más. La región más libre está a punto de hacerle un hueco a Vox en el Gobierno (la nuestra ya lo tiene) a costa de los derechos y libertades del colectivo LGBT, sin ir más lejos. Pero, ey, que nada te estropee el 'spot'. Hablando de fliparse, estos días hemos tenido que escuchar –con bien de bochorno– a la señora Guardiola, portavoz regional del Partido Popular, repartiendo zascas a cuenta del archivo de una de las causas contra el expresidente Pedro Antonio Sánchez. Lo que son las cosas: a un fiscal se le pasa el plazo –por lo que sea– para solicitar una prórroga, tú te beneficias de una reforma legal promovida por tu partido para entorpecer la instrucción de casos de corrupción y ahí estás, de héroe de la libertad en un videoclip flipante. Quien no lo conozca que lo compre.
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