El legado de un empresario irrepetible

Le conocí al poco de asumir la presidencia de Croem y conectamos desde el primer momento. Tenía claro que la Universidad Católica debía estar en la confederación y colaborar estrechamente con ella en el objetivo de defender la libre empresa para seguir impulsando la creación de riqueza y empleo. Me conquistaron su fuerza y su temperamento, su convicción en el camino que había emprendido años atrás y esa fe inquebrantable que le acompañó hasta el final.

Se ha ido el amigo, el empresario, y ha quedado su espectacular legado, construido en apenas un cuarto de siglo. La UCAM se ha convertido en un referente mundial por su modelo docente, avalado por más de cien mil alumnos titulados en estos veinticinco años, y por su apoyo al deporte. Atletas olímpicos, los mejores en su disciplina, han disfrutado o disfrutan de becas que les han permitido formarse, entrenar y competir en la élite. Y sus equipos de tenis de mesa, fútbol y baloncesto lucen los colores universitarios con gran prestigio. En el caso del deporte de la canasta, con un proyecto asentado que ya ha alcanzado hitos como entrar en competiciones europeas y disputar fases finales de la Liga ACB y la Copa del Rey.

Pero, siendo relevante lo dicho, hizo del voluntariado y la labor social su eje principal, con una ayuda especial a la integración laboral de personas con algún tipo de discapacidad, y, sobre todo, la investigación, con una inversión millonaria desarrollada en estos años teniendo como epicentro UCAM HiTech, el centro de alta tecnología en salud, deporte y alimentación. La Universidad Católica ha perdido a su 'alma mater', pero esa gran familia cuenta con una base consolidada, los medios necesarios y unos excelentes profesionales para salvaguardar su legado y agrandarlo.

Como parece que pasa muchas veces, y es triste decirlo, el reconocimiento a Mendoza llega ahora que ya no está entre nosotros. Creo que en vida se le valoró más fuera que dentro de la Región. Nadie es profeta en su tierra, dicen, pero quienes le conocimos y disfrutamos de su amistad, vimos en él un hombre, con sus virtudes y sus defectos, llamado a pasar a la historia de esta región. Porque dejó para la posteridad una universidad que en apenas veinticinco años y desde la pedanía murciana de Guadalupe, se ha proyectado a todo el mundo.

Ahora seguro que llegarán muchos reconocimientos desde todos los ámbitos, merecidos sin duda alguna, pero no debemos olvidar a aquellos que injustamente pusieron palos en las ruedas. Ante esto, yo procuré defender siempre activamente a José Luis porque también consideraba que lo merecía.

José Luis Mendoza rompió el molde con su personalidad arrolladora e irrepetible y le estoy agradecido por haberme hecho sentir todavía más orgulloso de ser empresario. Su mujer Lola y todos sus hijos, a los que aprecio y quiero, seguirán seguro la estela de su padre.

Fue un privilegio conocerle y verle disfrutar intensamente de una vida por la que luchó hasta el final. Descanse en paz.