A mí no me gusta hablar mal de la televisión oficial, porque ya bastante tiene con arrastrar la desgracia de ser oficial. Todo lo que ... de negativo soporta lo institucional o 'de gobierno', lo damos por sabido. Toleramos los defectos por ser inherentes y de toda la vida. De tan vistos, los tenemos como algo normal (y sobre todo corriente). Las teles privadas también enseñan sus particulares vergüenzas. Pero no las pagamos nosotros, sino el capital.
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–Y la prensa, ¿qué? ¿Es bacalao?
Naturalmente que es bacalao. Por eso no la menciono.
Hasta no hace mucho, la televisión española daba las películas sin interrupciones. Y eso era de agradecer por parte de muchísima gente. Aunque haya quienes aguantan con estoicismo los cortes del cine (tantos y tan largos en algunos casos) de los restantes canales.
Desde que se inventó el cinematógrafo, lo natural viene siendo ver las películas de un tirón. Mudas o habladas, pero sin pararse. Están hechas para que las veamos así. No tiene mucho sentido que, como sucede en la tele no oficial, interrumpan la acción con anuncios comerciales. Es muy molesto perder el hilo del argumento y romper el clímax en el que está sumido el espectador. El ejemplo lo tienes en las salas de cine, que no se les ocurre incurrir en cosa semejante.
Así fue, desde siempre, en la televisión oficial. Como carece de publicidad (salvo la que camuflan mediante los patrocinios), el personal lo agradecía, las cosas como son. Hasta que, de la noche a la mañana, en algunas sesiones paran y meten anuncios de sus propios programas. Mucha gente se lleva las manos a la cabeza. ¿Por qué ese afán de molestar a la clientela? Es difícil de entender que, teniendo una oferta mejor que la competencia (y pudiendo ganar en audiencia), perjudiquen esa posibilidad diciéndonos que, tal día y a tal hora, podremos ver cómo hacen comiditas en Master-Chef.
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(Bueno, en Master-Chef y en muchos otros espacios. Desde hace ya bastante tiempo, las cadenas, pero sobre todo la pública, se pasan la jornada haciendo comiditas. Hasta el punto de que, enchufas el televisor y desprende olor a olla gitana, chuletas de cordero, chocolate líquido en taza y arroz con leche).
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