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El sermón del tonto

LA ZARABANDA ·

Singulares pasajes del cesto de flores y frutos murcianos confeccionado por el cronista Melgares

Miércoles, 10 de marzo 2021, 01:59

Los cronistas oficiales, desgraciadamente mortales, tienen su mérito. Con paciencia y dedicación propias del ratón de archivos y bibliotecas, José Antonio Melgares ha confeccionado, en ... forma de libro, un cesto de flores y frutos murcianos que merece la pena disfrutar. Nos lo anticipa en el envoltorio del libro. Sobre el fondo de un cielo básicamente azul, se recorta la copa florida de un frutal de nuestros campos.

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Lo que ha escogido el autor es una colección de asuntos murcianísticos a tope. Todos ellos narrados en breves crónicas, con materiales que reclaman, con toda justicia, ser incorporados a la historia de esta Región. No pocos se ilustran con viejas fotos de otras épocas, que ayudan a la mejor comprensión de las breves, pero interesantes y entrañables historias.

Sería complicado dar aquí noticia de cuando contiene este cesto, que a mí me gusta llamar banasta. Dejo esa tarea para el lector y prefiero referirme a un pasaje concreto, verdaderamente curioso, titulado: 'El sermón del tonto'. Una muestra del ingenio y humor huertanos, recogida en una representación que tenía lugar (unas veces dentro y otras frente a la fachada) en la iglesia del monasterio de Los Jerónimos, cuando los jesuitas mandaban, entre Guadalupe y La Ñora.

Era un teatrillo en el que comparecían dos religiosos. Uno (el listo) se instalaba en el púlpito habitual. Otro (el tonto) ocupaba el que se improvisaba justo enfrente. Ambos se enzarzaban en un chispeante diálogo, con predominio de negocios religiosos. El tonto, como muy tonto. El listo, como muy listo. Acabado el sainete, el tonto ocupaba el púlpito del listo. Y largaba un sermón tan excelente que mejoraba al del listo, dejando a los oyentes con la boca abierta. La moraleja venía a corroborar que no siempre las cosas son como parecen a primera vista.

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Para más detalles de esta divertida función, es preciso acudir al libro que firma Melgares. Sus páginas son un compendio de amenidades propiamente murcianas. Olores, sabores, sonidos, decires, objetos, enseres, ocurrencias y costumbres que aportan un lujo añadido a la historia digamos oficial de Murcia. Todo lo pequeño que, bien mirado, es como la joya que enriquece el relato de nuestra manera de entender la vida.

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