Poquico a poco y disimulando

Pregonan por las esquinas que, si quieren agua los de más abajo, les desalinicen el entero Mediterráneo, a ver si con eso se jartan de una vez por todas y dejan de dar el follón. Madrid seguirá echando sin remordimientos sus heces a los afluentes. Y cada vez más se irá subiendo el nivel ecológico del Tajo, hasta que supere las altas torres del Alzázar de Toledo. Quedándose el caudal en Castilla-La Mancha, podrán inundar todos los viñedos de la planicie que cantó Azorín. Y mediante el riego por goteo de cepa en cepa, podrán sacar unos kilillos más de uva. De ese modo lograrán que los excedentes de vino haya que echarlos al mar, visto que ya no habrá donde meterlos.

Este razonamiento será, probablemente, errado. Porque el cronista (que es de Letras) anda escaso de saberes económico-agrarios. Pero esa misma ignorancia podríamos achacársela a García-Page (y a Moncloa que le echa una mano en la faena), cuando no reconoce que la productividad del agua es mucho mayor en el Sureste, porque ayuda el clima y la sabiduría inmemorial de sus agricultores. Y por eso mismo (si es que pensamos en el interés de España) es manteniendo vivo el Trasvase como se contribuye en tan buena medida al incremento de la riqueza nacional (léase Producto Interior Bruto). Verduras y frutas de gozoso primor: por el mucho cuidado que se pone en obtenerlas y por tempranas. Virtudes son estas que hacen que la mercancía llegue pimpante a lejanos consumidores.

Y todo esto quieren echarlo a perder... para casi nada. Desde Fuensalida, los políticos se dedican a zurrir el tambor, por ver si algún colega de Moncloa encerrilado con el pasado, recibiera con entusiasmo el porompompón y le diera al Trasvase una estocada de muerte.