Con las pilas recargadas

Mirándome en lo anterior, reproduciré lo que piensa un maestro en materia de aforismos, como es el rumano Ciran. No se refiere, claro está, a esa pandemia que todavía padecemos. Pero, por pura casualidad, una reflexión de las suyas puede aplicarse a lo que estamos viviendo ahora mismo. Dice así el nazareno en cuestión: «Espero que estos largos meses de indigencia y esterilidad den sus frutos. Quizá solo seamos realmente nosotros mismos en esos periodos de espera indefinida, de vacío evidente, quizá solo acumulemos reservas interiores durante esa sequedad aparente. En cualquier caso, de manera absoluta, los momentos de fervor y de actividad son más infecundos, están más desprovistos de futuro que nuestros momentos de abatimiento o de abdicación».

Seguro que no todo el mundo ha soportado de igual manera lo peor de este año y medio. Pero sí que hay algo común a todos: un forzado (y en algunos momentos forzoso) sometimiento a una concreta manera de estar en la vida. El confinamiento afectó a la sociedad entera. Unos lo han llevado mejor y otros peor. Pero nadie ha podido escapar a ese cambio brusco en su quehacer cotidiano.

El 'vacío evidente' y la 'sequedad aparente' han afectado a una mayoría casi absoluta. Y resulta probable (como sospecha el escritor y pensador, sin conocer nuestra circunstancia concreta) que, después de la vacuna generalizada, hayamos acumulado con esta experiencia más 'reservas interiores'. Entiendo que positivas para afrontar lo que se ha dado en llamar 'nueva normalidad'.