Qué quiere el lector que le responda. Son los hechos los que cantan. Quién lo diría, pero la estadística no miente. Lo cuenta el periódico, ... supongo que para pasmo de uno mismo y vecinos. En la Región de Murcia (como la llamamos, para no decir Reino venido a menos), los divorcios han caído a 'mínimo histórico' justo durante el año de la pandemia.
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–Y yo que pensaba que sería al revés.
Para que vea usted como, en las cosas del querer, qué sabe nadie. No veo fácil detectar qué razones y sentimientos habrán movido a las parejas a mantenerse tan juntas y en unión, defendiendo la bandera de la santa tradición.
–¿Cuála tradición?
Pues, hombre, la de nuestra infancia. Cuando no se separaba nadie. Y si alguien se atrevía, lo consideraban pecado social. ¿Quién se divorciaba mandando Franco? Ni el propio Franco lo hiciera. Sin embargo, con el discurrir de los tiempos (y sobre todo a partir del Plan de Estabilización de los Lópeces), el abanico de las separaciones se abrió en todo su esplendor. Y cuando todos sospechábamos que, por culpa del coronavirus, la cifra aumentaría como nunca, ocurre que baja ostensiblemente, alcanzando la categoría de 'mínimo histórico', expresión tan común como tontorrona. Yo me declaro incapacitado para dilucidar los entresijos de este bajón. Tendrán que ser los sociólogos y todos otros 'ólogos' (especialistas en la temática de la pareja) quienes den vueltas al asunto y nos traigan algo de luz. Porque, para mayor complicación, esa bajada de rompimientos tiene lugar en una época en que la mujer lucha como nunca por sus derechos.
–A ver. Aclare usted eso.
Pues digo que, si ellas no están contentas con su estatus y achacan la desigualdad al patriarcado que ejercen los tiacos, ¿cómo es que no se han producido entre ellas y ellos más disputas y desamores en este último año? Al contrario, están todas por esas calles de Dios reclamando, pero, al volver a casa por la noche, los maridos tienen acostados a los críos y han dispuesto una rica cena, junto con una estimulante sonrisa de bienvenida.
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O tal se deduce de esas cifras que reflejan un feliz retorno a la concordia matrimonial. Digo.
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