¿Pero por qué se odian tanto 'entrellos'?

LA ZARABANDA ·

Ejecutantes y oposición se aborrecen casi tanto como los militantes de un mismo partido

Jueves, 1 de julio 2021, 00:50

Se habla mucho ahora del delito de odio (con especial atención a los raperos). Esta práctica tan humana de aborrecer al 'otro' abunda más de ... lo que parece. Y la cosa viene de antiguo. La guerra civil española (1936-1939) fue paradigma y paracuellos de fobia, inquina y venganza entre familiares, amigos y allegados. Sin contar el 'enemigo oficial', compuesto por desconocidos, pero compatriotas si a eso vamos. Todo esto en los dos bandos. Por mucho que cada grupo beligerante pretenda llevar a su molino las aguas de la bonhomía.

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Toca decir también que este lamentable empeño por molestar (cuando menos) al oponente, prospera más a gusto en la zona hipócrita de la política. También aquí y ahora se practica la disputa agria y enconada. Si bien los que programan hacer de pelearse un modo de vivir, prefieren moverse a la chita callando. Con buena cara y puñalada por la espalda. Murmuran maldiciones apretando los dientes. Como hermanitos de la caridad parlamentaria. Salvo cuando el cabreo aprieta demasiado y uno se sale de madre. Semejante tirria funciona también (con mayor virulencia si cabe, aunque más disimulada) entre los compañeros de partido. La motivación es la misma que entre adversarios: el 'yo me mí conmigo' que nos enseñaron en la escuela.

Los políticos y sus asimilados pasan sus días en una contienda insultante no tan soterrada. Aunque sin escopetas. No se producen víctimas a las que llevar al hospital (salvo los infartos por enrabietarse). Ni tampoco al huerto. Podríamos decir que se trata de víctimas morales.

Tú estás militando, ¿no? Quieres al partido más que al cali. Y a España, pa qué contarte. ¿Cómo te las maravillarías (pues deseas darlo todo, por medio del servicio y el sacrificio) hasta que llegue 'tu gran momento'? Pero si tarda tanto en presentarse que parece que no lo hará nunca, algo será preciso maquinar, algo que urdir, algo con lo que ensuciarle el prestigio a tu oponente. Pero por bajo mano: en plan zorrete. No como Ruiz Mateos con Boyer: «¡¡¡Que te pego, leche!!!».

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(Atención a este breve catálogo de lindezas, que es gratis: rencor, aversión, aborrecimiento, antipatía, tirria, ojeriza, desprecio, fobia e inquina).

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