Leo que los murcianos hemos entrado en la famosa 'nueva normalidad'. Y que somos los primeros de toda España que pueden presumir de algo así. ... Desde que lo he leído en el periódico, llevo un buen rato mirándome de cabo a rabo. Digo de la cabeza a los pies, no vaya alguien a interpretarlo mal. Y mejor que mirarme, lo que hago es examinarme minuciosamente. Intento descubrir algo que confirme ese estado de gracia, en el que se nos dice que hemos entrado los de aquí de la zona de Murcia.
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–¿Pero está usted seguro del notición?
¡Qué sí, joder! Lo que pasa es que, si no decimos 'new normality', nadie hará caso. El problema es que yo no acabo de verme distinto. La cabeza, igual de gorda de más y como planchada por los laterales. Al sentarme (y sobre todo al levantarme) me duelen las rodillas. Camino malamente. Y si no gasto garrota es porque no tengo ganas de ir dando explicaciones a diestra y siniestra. Tocante a los pensamientos, nada ha cambiado. Sigo siendo el pesimista que ya casi ha perdido la esperanza de volverse optimista.
Miro en derredor con cien pares de ojos, por si descubriera en mis congéneres algo diferente. Y no les detecto novedad ninguna. Están como siempre. O sea, todavía muchos no ponen los intermitentes, ni se atan con el cinturón de seguridad. Hay quienes insisten en llevar la mascarilla colgada del retrovisor, por el solo gusto de verla menearse. Y luego se les olvida volver a colocársela...
–¿El qué?
Pues la mascarilla, caballero. Después de cada sorbo de cerveza en la terraza del bar, casi ninguno se emboza. Algunos se pavonean llevándola por debajo de la nariz. El Real Murcia sigue igual que estaba, si no peor. Florentino continúa porfiando por lo bajini, pero su Liga no parece que vaya a ligar. Los pájaros no han dejado de comerse los primeros brotes de las moreras. Los telediarios siguen tal que antes, dando cifras y cifras (que nadie consigue asimilar) sobre los bamboleos de la pandemia.
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No hablen, por tanto, de 'nueva normalidad', sino de 'normalidad vieja' solo que regresada. Porque en la Corte, mientras tanto, sigue el show.
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