A Murcia le toca un mal récord

LA ZARABANDA ·

Este lunes que viene, el calorazo se pondrá en cuarenta y siete grados a la sombra

Viernes, 9 de julio 2021, 01:24

Tenía que ser aquí. Se conoce que no hay en toda España quien solicite un récord semejante. Porque no se trata, desde luego, de que ... el Segura alcance un caudal como el del Trasvase que ahora se nos sirve a regañadientes. No es algo benéfico, sino pernicioso. Podremos ver cómo, de una vez por todas, se torran hasta las hormigas, aun no teniendo culpa.

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Este lunes que viene celebra la Iglesia a San Vivenciolo de Lyon. De forma que también tocante al santo del día vamos a tener un récord de cosa rara. Acerca de Vivenciolo, me entero de que fue obispo. Pero no sé nada más sobre sus andanzas. Me creo que a su excepcionalidad le basta con el nombrecico, que no me diga usted que no se las trae. Como podemos apreciar, santos hay para todos los gustos. No así calorazos que, en cierta medida, a nadie satisfacen, por excesivos y porque son preludio y señal de lo que nos traerá el cambio climático.

Según todos los síntomas e imprevistos, este lunes que viene y bajo la advocación de Vivenciano, se nos va poner el termómetro en cuarenta y siete grados. Eso significa que con solo tres grados más, ya serían cincuenta, o sea la mitad de cien. Y todo el mundo sabe que, a dicha temperatura, el agua hierve. Quienes vivan cuando eso ocurra (no seré yo, desde luego), al empinar el botijo para refrescarse, el chorro será pura brasa.

El lector dirá: «Este viejo idiota quiere llamar la atención (como esos que salen en la tele haciendo chorradas) y hacerse el gracioso. Pero se equivoca. Lo de los cuarenta y siete grados a la sombra no es para tomarlo a broma. Y menos si esa desmesura tiene lugar en Murcia, que es donde vivimos la mayor parte de los murcianos». Estoy de acuerdo con eso. Pero yo me expreso así para que caigamos en la cuenta (pero no de mentirijillas) de que, con nuestra actitud alegre y confiada, nos encaminamos hacía la autodestrucción.

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Propongo, con el corazón en la mano, que ese día toquen a muerto las campanas de la Catedral. Digo en plan recordatorio.

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