Había muchas moscas cuando Franco. No una, ni diez, ni quince, sino quince millones de moscas. Se movían por todas partes y a todas horas. ... Su presencia era la manifestación de la fuerza de una Naturaleza con vocación agresiva. Cuando decían de ponerse pesadas, no había nada ni nadie que pudiera pararlas.
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Estaba, por ejemplo, el Flit. Fue un insecticida líquido que se repartía a través de un aparato (el aparato del Flit). Se trataba de un tubo de hojalata, con un bote apaisado en una punta, donde se almacenaba y desde donde salía el soplo dirigido al mosquerío. En el otro extremo actuaba un mecanismo de metisaca que mandaba los efluvios al exterior. El sistema presentaba un inconveniente: el olor, aunque no desagradable, hacía que las casas no olieran cada una a lo suyo, sino todas a Flit. Y esto llegaba a ser cansino.
Estamos hablando de los años cuarenta/cincuenta, antes del Plan de Estabilización económica de Ullastres y los Lópeces, y de la visita a España del presidente Eisenhower, que tuvo lugar en coche descubierto, durante la Navidad de 1959. Las moscas de entonces tenían predilección por las tiendas de comestibles, ya que podían picar en los alimentos, con preferencia los de sabor dulzón. En esos sitios, mejor que el Flit, funcionaba un invento simple, pero curioso y eficaz. Hablo de una tira que se colgaba del techo, en la que se quedaban pegadas las moscas, las cuales, cuando se hartaban de estar allí quietas, se morían. No mucho tiempo después, la dicha tira mostraba qué sé yo las moscas muertas, de forma que daba terror verla.
Otro menester consistía en cazarlas vivas, o sea a capones, más propio de los zagales que éramos entonces. Una vez capturadas, las guardábamos en una pequeña jaula, fabricada con un tapón de corcho. O sea, una rodaja de este material era el techo y otra el suelo. Entre lo de arriba y abajo, hacíamos una verja con alfileres. Era como meter a la mosca en la cárcel. (Esto sucedía porque aún no se había inventado el móvil como entretenimiento).
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Ahora apenas se ven moscas. Han perecido a millones, lo mismo que las avispas y las benéficas abejas. Buenos días.
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