Moderación para la ciudadanía

LA ZARABANDA ·

El magistrado Pacheco y el exconsejero Medina Precioso instan a bajarnos del púlpito de la cerrazón

Jueves, 5 de agosto 2021, 01:25

Los artículos del magistrado Andrés Pacheco (lo mismo que los del exconsejero Juan Manuel Medina Precioso) en LA VERDAD, creo yo que tienen usía bastante ... para figurar en un libro titulado 'Educación para la Ciudadanía'. Justo el que los sucesivos ocupantes de Moncloa no han sabido (o no han querido) editar. Quiero decir con objetividad. Emplean estos dos personajes palabras que vienen siempre a parar en la moderación que se echa en falta entre españoles. Tanto los de arriba como los de a pie, los que mandan como los que obedecen.

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El último y lamentable ejemplo de inmoderación tuvo lugar con y durante la Guerra Civil, que siguió al pronunciamiento militar del 36. Y es tal nuestra terquedad, que 85 años después, que ya es tela, no han sido capaces 'las partes' de contemplar aquel lamentable suceso (¿o no fue lamentable?, me atrevo a preguntar) con la exigible moderación y altura de miras.

En cuanto se coloca el tema sobre la mesa, las dos Españas se apoderan del terreno de juego y, puestas ambas en jarras, mandan al árbitro a la mierda. A continuación, cada una defiende su verdad hasta la extenuación. Y también se corre el riesgo de acabar a bofetadas. Nos pide Pacheco, en el colofón de su escrito, publicado el pasado lunes: «En la senectud todas las mentiras se justifican. No mintamos quienes vivimos esos años y procuremos dar a cada uno lo suyo y a los muertos su noble memoria, pero sin auspiciar con ese trato la posibilidad de una nueva carnicería entre hermanos, entre los españoles».

Tanto Medina como Pacheco son personas con ideas propias y supongo que, en determinados asuntos, pueden tener desacuerdos. Pero eso no impide que coincidan ambos en lo mucho que nos conviene a los españoles vivir en concordia. Hoy tienen lugar agresiones aisladas, con o sin motivos puramente políticos. Homofobia, racismo, abuso sexual o sencillamente mala leche. Están de moda las barbas, los 'bambos' para vestir elegante y un delito que parece nuevo: el de odio. Mi sabio de cabecera dice que quizás no podamos librarnos de él mientras vivimos. Y añade: «Abdicar es no experimentarlo más. Pero, experimentarlo, ¡qué envilecimiento, qué decadencia!».

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