El Ministerio, ¡oh, ministro!, vino a este mundo para servir. No otro milagro se le conoce. Y si el Ministerio fallara en su ministerio, no ... sería un Ministerio como la buena y honrosa política mandan. Un ministro (por serlo, mejor que por aparentarlo) queda investido de un aura que contornea su entero cuerpo, dando lugar a una figura santa para el común de quienes estamos por debajo de su alta categoría social. No es verdad que, como dicen, el ministro del ramo sea solamente un mandao. Es cierto que las urnas primero y Moncloa después (digo en el caso español) le confieren una facies nueva. Pero, después de eso, ya manda incluso romana, como se suele decir.
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Es mandado para mandar, fíjate. No es baladí (qué palabra tan tonta, Señor, pero aprovecha) que, en el llamado traspaso de poderes, se le dé una cartera de piel de becerro, con su asa y todo. De tal modo que, allí donde vaya, el jodío de él se acompañe de los legajos necesarios para llevar a buen término la sacrosanta misión asignada. Que no es otra (vamos a decirlo con todas sus letras) que procurar nuestra felicidad.
El ministro (siempre que incurra en yerro) estará siendo dañino con nosotros y nuestras familias. El ministro desde su Ministerio no errará jamás, salvo que vaya buscando que lo hierren a él, algo que lo convertiría en un ser errante y herrado por esos caminos infectados de bandoleros, que siempre llevan a un mal final.
El Ministerio de las aguas se ha dislapizado en los cálculos del caudal ecológico. Con su yerro, no solo beneficia al que no le toca, sino que perjudica a los de Murcia, que andamos ya más que tocados por decisiones anteriores. Don Luis Garrote, catedrático de la Politécnica de Madrid (que sabe un güevo de temas hidráulicos) ha detectado una garrafal metedura de pata ministerial. Y si no le tira un viaje al ministro usando de su apellido, débese a que es persona docta y bien educada. Bastará con herrar el yerro, dejándole a Murcia los caudales del Trasvase tal como estaban y los niveles del Tajo en su lugar descanso a los vecinos de Aranjuez.
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