Ignoro qué harán en otros países que también se titulan democráticos. Solo digo que, aquí en España, no se nos va de la boca la ... palabra democracia. No hablo del común de la gente, sino de la clase política. Se pasan la legislatura aludiéndola, cuando (lo mismo que se hace con Dios) no deberíamos nombrarla en vano.
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–Dime de qué presumes y te diré de qué padeces.
Pues eso mismo pienso yo. No hay momento del día (en las Cortes, en las manifestaciones, en las ruedas de prensa, en las tertulias) que no estén con la democracia en la boca. La democracia es una fórmula (se suele decir que la menos mala) para organizarse los ciudadanos y vivir la vida. Y con eso ya vale. Solo hay que cuidarse (este sería el mérito) de que funcione a todas horas. Y mejor sin aspavientos. Como el agua cantarina que discurre por el arroyuelo, a ver si me comprende usted. Eso debería bastar.
–Y los pájaros cantando.
También. Los políticos al uso tendrían que dar la democracia por sabida. Se trata solo (y no es poco) de una manera de relacionarse con los demás. Mejor que mentarla tanto sería cumplirla. Sin caer en lo de aquellos maridos que alaban en el discurso de café a su señora, pero cuando vuelven a casa la brean a alpargatazos. Entre la privilegiada clase política siempre hay algún figura que todo su quehacer es inculcarnos la democracia. Eso conlleva una pega grave: que al final no le quede tiempo para ejercer de demócrata.
Uno ha viajado algo por el extranjero. Sobre todo en aquel tiempo en que a los españoles no nos dejaban catar la cantada democracia. Visité países democráticos de toda la vida. Y la gente (por lo que yo podía observar) no estaba a todas horas dando el follón con lo mismo. Sin hacer alarde, no tiraban la colilla en cualquier sitio, ponían los intermitentes, no soltaban regüeldos en la mesa y contrastaban la propia opinión con la ajena, sin cagarse en la madre que parió al interlocutor.
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(Es como la pésima costumbre que han tomado ahora ciertos demócratas de hacerle la propaganda al fascismo).
¡Por favor, reprímanse, que tontos no somos!
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