Cuando llegó la penosa noticia de que el Tribunal Constitucional de Alemania había puesto pegas para que los Fondos Next Generation llegaran a los países ... miembros, la gente se echó a temblar. Y con motivo. Dicen que hay una cierta desacomodación, por llamarla así, entre ese Tribunal (que es puramente alemán) y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
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Quien sabe mucho de estas materias es un ilustre de San Antolín, llamado Antonio López Pina, que fue diputado en las Cortes que aprobaron la Constitución española. El paisano se maneja con el Derecho Europeo con la misma soltura y autoridad que Luis Enrique con la Roja. Él ha hecho lo posible por meterme en la cabeza (gorda sin embargo) toda esa problemática que, para mi entendimiento, reconozco que es un mundo en el que me resulta imposible penetrar. Los fondos Covid se enderezaron, a pesar de todo. Y más bien antes que después irán llegando los cuartos.
Con la somnolencia que me producen los muchos grados a la sombra y achuchado por la preocupante Covid que regresa triunfante a cifras de febrero, me atrevo a explicarle al lector qué tal anda la Europa actual, pero en términos para gente torpona como yo mismo. La Unión Europea tiene (hay que suponerlo) vocación federal. El propósito final es que los Estados miembros respeten una misma Constitución. Pero eso, por desgracia, se empieza a ver como algo utópico.
A los que ya se conoce como Tropiezos de Karlsruhe (tocante a lo jurídico), hay que añadir la floja disposición de Alemania, en lo referido a alcanzar esa unión casi utópica. El libro que acaba de publicar el propio López Pina, titulado 'La cuestión alemana', avisa de un resurgimiento del nacionalismo en ese país. Si quien debiera encabezar el proyecto (como estuvo antes en disposición de hacerlo) se pasa ahora el tiempo mirándose el ombligo, pocas razones hay para el optimismo.
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Una Europa de la que se ha escapado la orgullosa Gran Bretaña y que no cuenta con el empuje verdadero de Alemania para unir a los 27 Estados miembros, no está en su mejor momento. Para encarar un proceso de esa naturaleza se requiere un ánimo más despabilado.
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