¿A quién le jode el Mar Menor?

LA ZARABANDA ·

Hay mucha hipocresía en los buenos propósitos de quienes lo han echado a perder

Domingo, 15 de agosto 2021

A mí que no me digan, pero lo que está pasando con el Mar Menor es para suspenso colectivo. Cuando creíamos (después de haber leído ... y escuchado tantas promesas) que se estaba haciendo lo mejor para resucitar al enfermo, nos enteramos de que seguimos como antes: inyectándole nitratos y demás mierdas. Hasta el punto de que la gente de buena fe (cansada, aburrida y decepcionada) decidió echarse a la calle este fin de semana. A pesar de que se anunciaban temperaturas terroríficas.

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–¡Cuidado con el lenguaje, caballero! –me reconviene una autoridad.

Perdone. Quería decir superterroríficas, que es como se habla en supermoderno, a ver si me supercomprende usted. Esto no puede ser. Lo que está pasando es una escandalosa muestra de incapacidad para afrontar un grave problema, como es evitar que se nos muera definitivamente el Mar Menor. Todos los días nos hacen llegar noticias y más noticias acerca de este gravísimo problema medioambiental, en el que nos jugamos ni más ni menos que la existencia del pequeño mar. Pero, por lo que vemos, todo es palabrería vana. O consejos que no se siguen. O promesas que no se cumplen.

Cuando, al menos sobre el papel, son tantas las 'fuerzas vivas' (y con mayor responsabilidad los políticos) que dicen estar aplicando soluciones, lo único que sabemos con certeza es que el intento va a peor. Quienes se acercan a las riberas del Mar Menor, reciben un jarro de agua, fría en la ficción, pero sucia y caliente en la realidad. En las orillas, que la gente tiene que hollar para bañarse, prospera el barro o las algas podridas. Esto de ahora es lo menos parecido a nuestro viejo e inigualable tesoro natural. El milagro marinero del que los murcianos tanto presumíamos.

¿Qué ha sido de aquellas aguas algo más tibias y salinas, pero limpias, donde jugaban los críos sin peligro? Acarrearon arena para inventar playas donde no tocaba. Quitaron los tradicionales balnearios, que cumplían dos funciones: una estética y otra de comodidad para bañarse. Ahora vuelven a construir esos mismos tingladillos que, en la era cenozoica, evitaban el fango, la suciedad y los malos olores.

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¿Dónde se esconde el exterminador?

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