Nuestro glorioso Real Murcia, en la RFEF

–O sea quinientos dos.

Sí, claro. De los cuales (por si aprovechara de consuelo) 360 militan en la 3ª EFEF. Hablando mal y pronto: la pobrecita Tercera División de toda la vida. Pregunto: ¿Cómo se le queda el cuerpo al buen aficionado? Creo no incurrir en hipérbole si digo que malamente. ¿Y habrá alguien que se sienta incluso jodido? Lo veo muy probable.

No hay derecho a esto. Un Real Murcia que lleva navegando tantísimos años (desde que yo me conozco y más), resulta bochornoso que sea tratado así.

–Aclárese usted. ¿Cómo?

Pues hombre: Pretendiendo que, a partir de cuatro días, como quien dice, compita en algo llamado Segunda RFEF.

–¿Pero RFEF no es la Refinería de Petróleo de Escombreras?

Eso tenía entendido yo. Aunque mi creencia fue siempre que la refinería es más bien de Cartagena. Sin embargo, el Efesé no tiene absolutamente nada que ver con esa RFEF tan horrible que acompaña ahora al fútbol español reconstituido.

RFEF, ¡por Dios! ¿A quién se le habrá podido ocurrir? Si de verdad vivimos tiempos en los que imperan el diseño y el márquetin, ¿en qué pensaba el inventor de esto del RFEF? Nadie debería exigirle a ningún futbolista que milite en una RFEF que salte al césped con el ánimo arriba. ¿Estamos tontos o qué? Ni el delantero se sentirá inclinado al gol, ni el defensa a frenarlo, ni el portero a impedirlo. Se sentarán en la puerta del vestuario, jugando cada uno con su móvil, no en plan huelguistas, sino que se sentirán sin fuerzas siquiera para tenerse en pie. Solo de pensar que pertenecen al RFEF les recorrerá por todo su cuerpo un escalofrío paralizante.

–Con estos calores no les vendrá mal.

Hágame el favor el lector de no tomárselo a coña. Hágamelo.