Cuentan las crónicas que, en el Cartogonova, al Real Murcia le faltaron pegada y sobriedad. Quizás se deba a que los pimentoneros echaron al césped ... 22 jugadores. No al mismo tiempo, sino entrando uno cuando salía otro. Pero, aun así, tanto futbolista en danza pudo provocar que se desdibujaran. Aunque también es verdad que el Efesé hizo lo mismo con sus muchachos. Y, sin embargo, nadie ha dicho que le faltara pegada. Tan no le faltó que regresó al vestuario con la Carabela.
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Como le es habitual desde hace ya años, el Real Murcia tiene un problema que no termina de resolverse. Hasta la fecha, los aficionados han sido ejemplares, demostrando su adhesión incondicional a los colores del equipo. Pero, no sé bien por qué, esa incondicionalidad (es decir, un contundente 'lo que haga falta, manque pierda') está ahora mismo sometida a dura prueba. En la temporada anterior, los abonados fueron 7.770. Excelente, ¿no?, si se tiene en cuenta la parquedad que destiló el marcador. Este año hay dudas sobre si se llegará finalmente a esa cifra.
La fiel hinchada murcianista solo pide unos mínimos. Quiero decir que el equipo, aunque no descuelle en la tabla, decida desprender ciertos chispazos que den vidilla al graderío. Si no hay 'pegada', ni 'sobriedad' ante un rival que demostró 'personalidad' y 'amor propio', el adversario acaba llevándose el gato al agua. Ello afecta al ánimo de la masa social perdedora. Para mantener los 7.770 abonos, es preciso ofrecer a cambio alguna cosica que levante la moral.
La reserva de entusiasmo entre los seguidores del Real Murcia no es inagotable. Nadie niega que es inconmensurable el cariño al Club, por parte de una porción de murcianos más murcianísticos que otros que jamás aportan por el estadio. Pero una miaja de toma y daca sí debería haber. El fiel aficionado tendría que recibir (sobre todo cuando no engorda el tanteo) algún caramelico que otro: una jugada de cierto mérito, un penalti bien tirado, una extenuante carrera por la banda, una espectacular chilena aunque se estrelle el balón en el larguero... Qué menos. Y lo que es ganar, ya ganaremos. Sépase que esos detalles que digo alimentan la paciencia.
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