El desencajonamiento

LA ZARABANDA ·

No digo que seamos toros, sino que es como si saliéramos del cajón

Sábado, 19 de junio 2021, 02:11

La progresiva vacunación de las gentes nos está haciendo volver a la vida. Abandonar el confinamiento entraña peligros. Resguardado en tu casa sabes a qué ... atenerte. El peligro de contagio es pequeño, salvo que tengas mala muy mala suerte, que también pudiera ser. El virus nunca juega limpio. Está al acecho y, si puede, te llevará al huerto. No de repente, sino produciendo un sufrimiento largo y agotador. Por eso les hacen palmas a los que se salvan con la experiencia hospitalaria.

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Sales a la calle pasito a pasito, sobre todo si eres viejo y con patologías crónicas. Como una criatura que empieza a dar los primeros pasos. Es cierto que con precaución, porque es como si resucitaras a un mundo que, no por conocido, deja de sorprenderte. La tienda de la esquina, el bar de tu costumbre, los olores de la calle (sobre todo el olor a libertad), el saludo a un conocido, las risas de los críos en un parque... La vida aquella que dejaste de un día para otro.

Pero todavía no todo vale. Hay que aprender a funcionar de nuevo con la precaución en el propósito. Todavía llevando el resuello tapado. Y mucho cuidado con lo que tocas. Y a quién. Echándole el freno a la euforia de encontrarte con el amigo de siempre. Si te sientas en un café, procurarás quitarte la mascarilla solo cuando te toque comer o beber. No es difícil. Tampoco fácil. Y sin hablar mientras trajinas con la marinera, o rindes un sorbo a la caña fresca y espumosa. ¿Dónde la pones?

–Dónde la pones, ¿qué?

¿Qué ha de ser? La mascarilla de tantísimo tiempo. Pues te parece que la llevaras instalada desde que llegaste a este mundo. Pero qué sensación tan placentera cuando te la descuelgas de la orejas, aunque sea solo para unos instantes.

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–¿Y te has fijado como azulean las jacarandás?

¡Hombre! Un perrico desagua a placer, como si no pasara nada. Pero todavía pasa, joder que si pasa. Esos cientos de la Barceloneta (solo es un ejemplo, no la nombro por señalar), dando botes, riendo a mascarilla suelta, cantando a gritos y sobre todo bebiendo. Y miran a la cámara como diciéndote: «¡Toonto!». En fin.

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