Llevamos casi año y medio sumidos en reclusión mayor o menor. Y, desde los canales, los tertulianos, dale que te pego, hacen tertulia de la ... mañana a la noche. Donde quiera que hurgues te topas a uno (o a cinco), cada cual con su particular tole-tole. Y tú, recibiendo. Como recibe al toro el torero. Cuando dejan. Porque ahora no toca fiesta, ni siquiera la nacional.
Publicidad
A los tertulianos les pasa lo que a los tomates: que los hay de muchas calidades. Unos se comen/escuchan con más gusto que otros. El deber principalísimo del tertuliano es no solapar. Si uno está hablando, no debe llegar otro y ponérsele encima. Sobre todo si el solapado no se calla ni pa dios ante la intrusión del contertulio. Dos tertulianos largando a la vez son mortales de necesidad. Cuando eso ocurre (y ocurre más de lo deseable), el oyente, si la sesión es por la noche, apaga la luz y se acuesta. Otros, los más expresivos, antes de darle al botón le hacen una peineta a la pantalla.
Ya digo que existen muchos retratos de tertulianos. Neutrales, objetivos, sensatos y considerados, los menos. Y luego están los que siempre aciertas por dónde van a salir. Lo peor es el tertuliano altavoz de una concreta ideología, patrocinada por un concreto partido. Son además los que más empeño ponen en defender sus postulados. Como si disfrutaran de cargo (remunerado o no) en una determinada agrupación política. Estos son de gelocatil obligado, pues te producen mucho dolor de cabeza. Los hay que, cuando dicen de defender el castillo de su predilección, haría falta un ejército para poner otra bandera en lo alto de su torre del homenaje.
Algunos, como dijo aquel, 'solo con ser insolentes pretenden ganarse una reputación de inteligencia e ingenio'. Todos, en general, deberían hacer caso del sabio, cuando les aconseja: 'No digas nada de lo que tengas que avergonzarte en tus momentos de suma soledad. La muerte antes que el engaño o la mentira'.
Publicidad
Tenemos finalmente al mala follá. Sufre porque no consigue convencer. Y muestra tal rictus de amargura, que dan ganas de decirle: '¡Pues, coño, quédate en tu casa!'.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión