Ciudadanos hay sensatos

–O sea Moncloa.

Correcto. Moncloa ha decretado que, desde el sábado (comoquiera que es la festividad de las Auroras), lo más indicado para los borregos...

–¿Cómo para los borregos?

Sí, señora. Lo digo por aquello de la 'inmunidad de rebaño'.

Comentaba que los españoles quedaremos indultados, por decisión del mando, de esa penitencia que es tener que salir a la calle con la mascarilla puesta. Con ello se pretende que nos sintamos sobradamente compensados por lo de los nueve liberados de Cataluña.

–¿Es que esos sí que tendrán que usar la mascarilla?

¡Pues claro que sí! Moncloa no puede, ni debe caer en la debilidad institucional de dárselo todo a estos muchachos. Hablábamos antes sobre la manera que tiene el pueblo de ser razonable. Lo decía porque muchos ciudadanos no ven prudente quitarse tan pronto la mascarilla. Incluso aquellos (¡y aquellas!) a quienes llevarla les ocasiona molestias fatigosas, coinciden en seguir como estamos durante algún tiempo.

Es que, claro, somos muchos los que no hemos olvidado aquel patinazo de Simón, en los inicios de la pandemia. Manifestó, con su vocecita de no haber roto un virus en su vida, que no tenía ningún sentido ponerse una mascarilla. Después, cuando comprendió que había metido la pata hasta el corvejón, explicó que lo dijo «por la falta de disponibilidad». ¡Tóquese los cataplines, señor don Fernando! Eso estuvo muy mal. Hasta el punto de que ha dejado huella indeleble (como la llaman) en la memoria de los oyentes. Como otros muchos patinazos que no hacen ahora al caso.

–Yo, mire usted –me comenta una señora, mientras toma bizcocho borracho de café con leche en Drexco–. Mientras no le pongan el nombre de Cierva al aeropuerto, no me la pienso quitar. ¡Y eso que me produce fatiga!

(De mañanita, buses escolares invaden Murcia sin mascarilla. No se avienen con los políticos y la pagan con nosotros, que somos inocentes).