Cabreo en los tendidos

El personal tiene ganas de ir a los toros, bien con 'minifarda', bien de pantalón. No comprende que, por motivos sanitarios, léase Covid, no se abran tampoco este año las puertas de la plaza. Y no se queja a humo de pajas. Razona que, en toda España y en las provincias más cercanas (Alicante, Albacete y Almería) se tolera un número de espectadores en la plaza que haga viable, económicamente, el festejo. Comentan que los responsables principales de la Fiesta (el ganadero y los diestros con sus cuadrillas) ya se sacrifican rebajando los costes. Gracias a ello, el dueño de la plaza, aunque no gane pasta, tampoco pierde. Lo cual tiene también su mérito.

Todo esto lo comento con la única finalidad de que la gente del toro (cansada como está de esta pandemia de nunca acabar) se divierta un rato. Naturalmente que adoptando todas las precauciones que sean necesarias. Quieto todo el mundo, como dijo el del tricornio, o sea sentaditos los espectadores en su localidad. Sin echar mano de puro y merienda. Ni abrir demasiado la boca (por los aerosoles) para aprobar o desaprobar la faena. Con las manos frotadas con hidroalcohol a la entrada. Tocante a la mascarilla, lo que aconseje la situación sanitaria.

–Deberá haber más guardias, para que, si alguien se desmanda, lo pongan de patitas en la calle.

Añaden quienes andan en esta temática que, hasta la fecha, en ninguno de los festejos celebrados en España se han producido denuncias. Ello viene a corroborar que la Fiesta es segura. Dicho de otro modo: los que antes corrían riesgos (toro y toreros) los seguirán corriendo, pero la afición saldrá del coso, como es de rigor, sana y salva.

–Entonces, ¿qué? ¿Sonará o no sonará el tararí?