La expresión 'zona catastrófica' desapareció hace tiempo de la Administración. Al ser tan eufónica (digo tan expresiva y contundente), las víctimas de cualquier desaguisado la ... usaban como argumento para que Moncloa se apiadase de las víctimas. Como suele suceder, 'los de arriba' pensaron que lo mejor para acabar con esa petición era suprimirla. Y, desde entonces, las catástrofes son calificadas de esto o lo otro, pero no de catastróficas. Como si solo por eso fuera a desaparecer del mapa esa denominación.
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De entonces acá, los perjudicados por algún evento gordo siguieron echando mano de la zona catastrófica. Hasta el punto de que ayer se nos hizo saber que, muy probablemente, Moncloa aprobará hoy mismo, en Consejo de Ministros, la declaración de zona catastrófica para el Mar Menor. Claro que, si miras la letra pequeña, el Gobierno y sus aledaños lo expresan de otra manera. Dicen exactamente: 'Zonas gravemente afectadas por emergencia de protección civil', que es como rebajar el vino con agua, imitando a los bebedores de la Antigua Grecia, por no ir más lejos.
De modo que ha hecho muy bien el periódico refiriéndose (a toda pastilla y en primera página) a una supuesta zona catastrófica. Porque si algo puede llamarse ahora mismo catastrófico en España es el Mar Menor. Y más que eso, diría. Las catástrofes menos catastróficas, cuando les aplican las oportunas medidas, se consigue un regreso a la situación anterior. Pero, en el caso de nuestro pequeño mar, esa posibilidad no se ve por ninguna parte. Lo que tenemos es un desconcierto catastrófico, que sabe dios quién tendrá arrestos para arreglarlo.
Alguien ha dicho, aunque ignoro sí se ha divulgado, que tiene que haber en el vasto mundo grandes empresas que se dediquen a salvar mares menores y espacios semejantes. No diría yo que no. Solo que no las conozco. Si las hubiere, no deberíamos esturrear los dineros en remiendos parciales, que pronto se revelan insuficientes y, por lo mismo, precarios. Esa gran compañía que intuimos afrontaría probablemente esta temática marinera en su conjunto. Los de aquí dejaríamos de marear la perdiz. Y un ente especializado en esta clase de negocio podría devolvernos (ojalá fuese así) la sonrisa que hemos perdido.
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