La zarabanda de hoy es hija de una preocupación mía: no sé cómo encarar la temática de la emisión de gases (por parte de personas ... y animales), y su correlato con el cambio climático. Digo para no parecer un guarrete, pues nada me haría más infeliz que perjudicar la sensibilidad de alguien. ¿Me sigue el lector?
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–Pues hombre. Seguirle le sigo, pero siempre con alguna dificultad.
Se dice que las vacas, con sus flatulencias a base de metano (no confundir con Mecano), son las culpables del calentamiento global. Eso es pasarse. No son únicamente estos güevudos animales los que generan gas. También lo hacen los búfalos, las ovejas y mis amigas las cabras. Otro particular es que no lo expulsan a la atmósfera por el culo. Antes bien lo hacen a través de la respiración. Por el morro, vaya. O sea que menos hacer política destructiva con la pobre vaca.
Hablemos de los seres humanos, cuyos pedos y follonazos contienen metano y dióxido de carbono. Nuestro censo es muy superior al de los rumiantes. Luego está por ver quién daña más a la Naturaleza. Amén de esos dos gases, las personas soltamos (algunas incluso en lugar sagrado), otros tres, a saber: nitrógeno, hidrógeno y oxígeno.
Se habla de individuos (existe un libro titulado 'El Pedómano', muy recomendable) que, cuando se tiran un cuesco, si les pones una cerilla en el trasero, funcionan como un soplete, quiero decir que arde París. Eso sucede porque el metano y el hidrógeno son inflamables. Conviene señalar que dos de cada tres personas no despiden metano.
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–¿Y cómo sabemos quiénes sí y quiénes no?
Pues verá usted. Mejor que meterse en análisis de laboratorio, que pudieran dar falsos positivos, lo ideal es ponerle a un tío, una vez bajados los calzones, la llama de un mechero frente al culo, y probar a ver. Quienes conocen esa experiencia (bien por activa, bien por pasiva) aseguran que resulta muy espectacular. Es bueno saber que el ser humano produce más metano de lo que se pensaba hasta hoy. Todos estos gases se añaden a los generados por el uso de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo.
A pesar de todo ello: '¡Bon appétit!'.
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