Dicho así, con tanto énfasis, parece que se tratara de algo gravísimo. Y tampoco es eso. Aunque, si el asunto no se toma en serio, ... se pueden producir daños importantes en el individuo. Basta que uno sea una miaja sordo y los letreros (sobre todo en los telediarios, pero también en los programas no dramáticos) aparezcan y desaparezcan en un tris, para que se genere disgusto y frustración. Si a esas dos situaciones tan poco apetecibles añades los trastornos psíquicos provocados por la pandemia, caerá el lector en la cuenta de lo justificado del título de este articulillo.
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Y sigo. Un porcentaje notable de la población está (de tanto como se abusa de los decibelios) lo que en términos vulgares llamamos 'teniente'. Muchas sorderas requieren no tanto que se suba el volumen, como que se vocalice como es debido. La cosa es que al telespectador le viene muy bien que la televisión, aparte de hablarle, se exprese mediante un cartelito. (Si el oyente que digo es coronel y no tiene quien le escriba, entonces estaríamos hablando de un libro famoso, ahora llevado el cine, de García Márquez. Pero no de un sordo).
Cuando el locutor locuta y no nos enteramos de lo que dice, la llegada del cartel es como el santo advenimiento. Podrás leer a placer, sin prisa pero sin pausa, el contenido de la noticia. Pero si el realizador entiende que los rótulos no sirven para nada, sino que son mero adorno (como cualquier otra imagen que viene y ¡zas! se va), entonces entramos en situación de cabrero, que es como nos encontramos ahora.
Bastante tiene ya el sordo con soportar que, solo por serlo, el entorno se le vuelva hostil. Llega un momento en que, incluso quienes más te aprecian, se cansan de repetir o levantar la voz. Y hasta se enfadan visiblemente y se ponen, por decirlo así, estupendos. Te echan en cara que no oigas bien, cuando eres tú el primero en lamentar la anomalía. Cada vez que eso ocurre, uno (cabizbajo y humillado) se retira al reino de la televisión. Y allí, el tío de la tele, al que no conoces de nada, te somete al martirio del rótulo flash.
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