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El abuelo y su nieto

LA ZARABANDA ·

Cuando el chiquillo descubrió su sombra e intentó quitársela de encima

Estaba el abuelo charlando por teléfono con su nieto mayor. Acerca de mil cosas. Sin demasiado orden, ni concierto. Más bien a lo que salía. ... Cuando hablaban sobre las series de la tele (ambos coincidían en los méritos de la titulada 'Peaky Blinders'), el abuelo, cada vez que decía una palabra inglesa, se la traducía al nieto inmediatamente. Por facilitarle las cosas, más que nada. Hasta que, en un momento dado, el chiquillo le dijo: 'Abuelo: No tienes necesidad de traducirme del inglés'.

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Esto sucedía porque el viejo se expresaba al estilo de su tiempo y el nieto a la manera del suyo. Cada uno desde su lugar descanso, por así decirlo. Suponía el abuelo que el zagal sabía menos inglés que él. Pero se equivocaba. Porque, hoy en día, el nieto (y todos los demás nietos que pueblan el mundo) aprende ese idioma, ya tan molestosamente omnipresente, desde mucho antes de tener lo que se llama uso de razón.

El abuelo se sintió obligado a dar una explicación. 'Es que antiguamente –le dijo– cuando uno se hacía mayor, practicaba un chapurreo discreto de términos ingleses. Cosa menor y de andar por casa. Y con ese corto bagaje, ya podía presumir con los nietos de manejarse en ese idioma'. Pero, claro, para el nieto que mama el inglés nada más asomarse a esta sociedad tan sajona, el pobre abuelo estaba como quien dice en las nubes. Fuera de la realidad.

No fue igual varios años antes, con la sombra del nieto. Sucedió que el mismo abuelo de este cuento sorprendió al nieto tratando de despegarse de su propia sombra. El crío no había advertido aún ese fenómeno que tiene lugar cuando la luz choca con algo sólido, como pueda ser un nieto. Este hacía mil movimientos, procurando escapar de la sombra. Parecía un potrillo que estuviera aprendiendo a trotar. Y, nada, no había forma de que la sombra fuera por su lado y el nieto por el suyo. El abuelo decidió no intervenir. Quiso que el zagalico descubriese el mundo por sí mismo. Obró bien en esa ocasión, no como ahora haciéndose el listillo y traduciéndole al nieto el inglés desde su particular y escandalosa precariedad.

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