Prudencia y cautelas
Así me parece ·
La batalla para la victoria electoral se sigue librando en el centro. Se calcula que hasta un 10% del electorado tradicional del PSOE votó al PP el 28-MAlberto Núñez Feijóo parte de dos premisas: la primera, que va a ganar las elecciones generales del 23-J; la segunda, que lo más probable ... es que no pueda gobernar sin algún tipo de apoyo de Vox. Las dos premisas son claras, pero su explicación al electorado va a exigir cierta prudencia y ciertas cautelas previas, aunque solo sea para que en el futuro nadie se llame a engaño.
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1. El PP va a ganar las elecciones. Sin embargo, los medios de comunicación y gran parte del electorado se preguntan: ¿para qué quiere ganar el PP?, ¿para hacer qué? La respuesta, en principio, parece sencilla: para «derogar el 'sanchismo'». Ahora bien, un electorado medianamente inteligente se pregunta: ¿y eso de derogar el 'sanchismo' en qué consiste?
Feijóo, con prudencia y con mesura, está empezando a explicarlo. No es simplemente un «quítate tú para que me ponga yo». Se trata de derogar las leyes aprobadas por la mayoría parlamentaria que apoyaba al Gobierno en la última legislatura. Pero, ¿todas las leyes? No, no, por supuesto, se ha apresurado a decir Feijóo. Por lo pronto, nos ha aclarado que derogará la Ley de Vivienda, la Ley de la Memoria Democrática y la Ley de la Transexualidad. También nos ha dicho que reformará el Código Penal, para tipificar el delito de sedición, el de convocatoria de referéndum ilegales, y para darle nueva redacción al tipo de la malversación de caudales públicos. ¿Y qué más? También nos ha dicho Feijóo que le parece bien la ley de plazos para regular la interrupción voluntaria del embarazo, lo que no deja de ser un giro copernicano en los tradicionales planteamientos morales sobre la cuestión de AP-PP. Y nos ha advertido de que no derogará la reforma laboral consensuada por los sindicatos y la CEOE; lo cual, ineludiblemente, va a exigir una explicación al electorado de por qué, entonces, el PP votó en contra de esta reforma y armó un lío institucional tremendo cuando su diputado Alberto Casero se equivocó al votar.
Feijóo se ha dado cuenta de lo difícil que le va a resultar retener al electorado prestado
Quedan muchas cosas por explicar sobre esa derogación del 'sanchismo'. Habrá que aclarar lo que el Gobierno de Feijóo se propone hacer con la reforma de las pensiones, o con el salario mínimo interprofesional, o con la deuda pública. ¿Qué piensa hacer Feijóo para reducir el déficit, amortizar deuda y luchar contra la inflación? ¿Cómo puede el Estado disponer de más recursos sin emitir más deuda, suprimiendo impuestos y reduciendo la presión fiscal?
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Y quedarían por explicar temas importantes y muy difíciles. El problema del separatismo está sin resolver. ¿Se plantea Feijóo un pacto de Estado para la reforma del Título VIII de la Constitución? ¿Qué vamos a hacer con el Consejo General del Poder Judicial? Mientras se reforma, o no, el sistema de elección de sus miembros, ¿vamos a hacer caso, o no, a las indicaciones de las instituciones europeas y vamos a proceder a su renovación? Y, entonces, ¿por qué no se ha hecho antes?
Y, con respecto a Marruecos, ¿vamos a apoyar de nuevo las pretensiones de autodeterminación de los saharauis? ¿Cómo conseguiríamos entonces colaborar con Marruecos en el control de la inmigración y el terrorismo yihadista?
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En muy posible que mañana lunes, en el debate televisado, Feijóo, con la prudencia que le caracteriza, nos aclare éste y otros muchos asuntos. Para esto deben servir los debates. ¿No?
2. El PP, posiblemente, necesitará para gobernar el apoyo de Vox. El PP ha crecido porque ha logrado absorber el electorado de Ciudadanos. Pero la batalla para la victoria electoral se sigue librando en el centro. Se calcula que hasta un 10% del electorado tradicional del PSOE votó al PP el 28-M. A este electorado no le hace ninguna gracia que el PP vaya a gobernar con Vox.
Feijóo se ha dado cuenta de lo difícil que le va a resultar retener a ese electorado prestado después de los pactos de Valencia, Baleares y Extremadura, y, mucho antes, de Castilla y León. Por eso dice dos cosas: la primera, que aspira a obtener una mayoría holgada para poder gobernar en solitario. Pero este planteamiento es erróneo: lo único que le garantiza la investidura y la estabilidad es la mayoría absoluta. Feijóo sabe que todo eso de la «mayoría suficiente» son zarandajas y engañabobos.
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Y, segundo, apela a la abstención del PSOE para que le faciliten la investidura, como ya hicieron los socialistas en 2015 en la investidura de Rajoy. Y amenaza con que, si Sánchez se negase, hablará con todos y cada uno de los barones socialistas para que convenzan a su secretario general de que el PSOE haga por el PP lo que el PP no hizo en 2019 por el PSOE en dos ocasiones. Feijóo sabe que esta pretensión es utópica, pero, entonces, con prudencia, deja establecida una cautela: si pacta con Vox, la culpa será de Sánchez, que con su actitud le ha «empujado» a ello.
Nadie puede dudar de que Feijóo sabe adoptar cautelas, y que ha entendido perfectamente aquello de que más vale prevenir que curar.
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