Así me parece

Ninguna sorpresa y pocas incógnitas

A partir del 23 de julio, el PSOE pasará a la oposición. Allí podrá lamer sus heridas y reflexionar sobre sus errores

Domingo, 16 de julio 2023, 07:41

El domingo siguiente a la convocatoria de elecciones, en un artículo publicado en este periódico, predije que las elecciones las ganaría el PP, «salvo sorpresa ... mayúscula». Ahora, avanzada ya la campaña electoral, y tras el debate televisado, me atrevo a decir que no habrá «sorpresa mayúscula»; que ganará el PP, y que Núñez Feijóo será el próximo presidente del Gobierno.

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El PSOE lo ha intentado. Y lo seguirá intentando hasta el mismo día de las votaciones. Pero, para la remontada, para la «sorpresa mayúscula», necesitaba movilizar al electorado de izquierdas y de centro izquierda. Y no lo ha conseguido. Pedro Sánchez es un superviviente nato. Pero esta vez no va a poder sobrevivir a sus propios errores. El lastre de sus equivocaciones es tan pesado que le impide levantar el vuelo. Y ahora no puede llamarse a engaño; ni él ni los demás dirigentes socialistas. Hace tiempo que se les ha advertido de lo que iba a ocurrir. Muchos analistas políticos les estaban diciendo que el pacto con Podemos, y los acuerdos parlamentarios con los separatistas catalanes y vascos les iban a llevar a la ruina política. A Pedro Sánchez y a todo el PSOE. Se lo decían los cuadros medios y las agrupaciones locales socialistas. Cada vez que abría la boca Ione Belarra o Irene Montero, el PSOE perdía votos. Cada vez que se aprobaba una ley, como la de la vivienda, de clara inspiración comunista, el PSOE perdía votos. Y cada vez que se cedía ante los separatistas, suprimiendo el delito de sedición, o rebajando la penalidad de la malversación de caudales públicos, el PSOE perdía votos. De nada han servido sus aciertos en política económica, el no haber dejado a nadie atrás durante la grave crisis de la covid, o durante la inflación incrementada por la guerra de Ucrania. Han pesado mucho más los errores que los aciertos. Y esto, inevitablemente, ha abocado a Pedro Sánchez a su tumba política. Se vio en el debate. Pero lo más grave es que no solo habían sido los analistas políticos los que le habían advertido, sino que fueron las urnas andaluzas las que se lo dijeron con toda claridad. Y Pedro Sánchez no hizo caso. Persistió en sus errores. Siguió aguantando la soberbia y arrogancia de una ministra de su Gobierno, Dña. Irene Montero, que llegó a llamar machistas a todos los jueces, la mayoría de los cuales son mujeres. Si hace un año Pedro Sánchez hubiera roto la coalición de gobierno, y hubiera plantado cara al insufrible y arrogante Rufián, y a los tenebrosos de Bildu, quizás hubiera sido posible la remontada. Se trataba de aguantar unos meses sin mayoría parlamentaria, prorrogando los Presupuestos y no intentando sacar adelante ninguna ley. Pero no; Sánchez se empecinó en seguir con sus aliados en el Gobierno y en el Parlamento. Y ahora, por mucho que abjure de ellos, ya es tarde. Ya no hay remedio. A partir del 23 de julio, el PSOE pasará a la oposición. Allí podrá lamer sus heridas y reflexionar sobre sus errores. Y exigir responsabilidades. Espero que, al menos, hayan aprendido que en esta España actual ni los comunistas ni los separatistas deberían volver a influir en el Gobierno de la nación.

No habrá, pues, sorpresas en las urnas del 23-J. Pero quedan algunas incógnitas por despejar. La más importante es si Feijóo obtendrá, o no, la mayoría absoluta. Su estrategia está muy clara: no le importa en absoluto pactar con Vox. Su partido ya lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Pero no le gusta gobernar en coalición. Va a intentar emular lo que hizo Moreno Bonilla en Andalucía; o Díaz Ayuso en Madrid; o Almeida en el Ayuntamiento de Madrid; o Ballesta en el de Murcia. Se trata de ganar por mayoría absoluta. Y la verdad es que las cosas se le están poniendo fáciles a Feijóo. El propio PSOE parece que no ha entendido todavía que su consigna de asustar al electorado con la llegada al poder de Vox le favorece abiertamente a Feijóo, pues mucha gente que no quiere que Vox llegue al Gobierno, lo que va a hacer para impedirlo es votar directamente al PP, para que no precise de la asistencia de Vox. Esto ya ocurrió en Andalucía. Y puede ocurrir en toda España.

Se trata de ganar por mayoría absoluta. Y la verdad es que las cosas se le están poniendo fáciles a Feijóo

En todo caso, la resolución de esta incógnita será determinante para el futuro de nuestro sistema de partidos. Si el PP gana con mayoría absoluta, el retorno del bipartidismo será claro. En la derecha, Vox habrá dejado de ser necesario; y en la izquierda, Podemos y los separatistas ya habrán demostrado que son perniciosos para los intereses de quienes pacten con ellos. Más que un turno en la presidencia del Gobierno, se habría producido entonces un verdadero cambio de ciclo. Dejaríamos atrás el sistema de bloques para volver al bipartidismo tradicional de la democracia española.

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Es posible que esté equivocado. Es posible que haya remontada. Pero, sinceramente, yo no lo veo. Y solo espero que las urnas despejen algunas incógnitas.

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