A la altura de las expectativas

Obviamente, Núñez Feijóo lo que quiere, en primer lugar, es ganar con mayoría absoluta. Si el PP obtuviese más de 175 escaños, no necesitaría el apoyo de ninguna otra fuerza política, ni para la investidura ni para gobernar. Se trataría de conseguir a nivel nacional lo que ya se ha conseguido en las comunidades autónomas de Andalucía y Madrid, y en algunos grandes ayuntamientos, como Madrid o Murcia. Esta es la expectativa más ambiciosa, la que, de alcanzarse, permitiría hablar de un triunfo electoral absoluto.

No obstante, los integrantes del estado mayor de Génova 13 no son, ni mucho menos, ingenuos. Saben que la mayoría absoluta será muy difícil de conseguir, por la actual fragmentación del electorado de centro-derecha y porque hay importantes zonas de España, como Cataluña y el País Vasco, en las que los resultados del PP no van a ser brillantes. Por todo eso, contemplan otros escenarios, y tratan, por si acaso, de rebajar las expectativas. En el supuesto de que el PP no obtuviese la mayoría absoluta, ¿qué cabe hacer para llegar a La Moncloa y configurar un Gobierno estable? Se barajan varias soluciones:

1. La primera, que el PSOE se abstenga en la investidura y que Feijóo salga presidente en la segunda votación. Ya lo hizo el PSOE en 2016, para la investidura de Rajoy. Pedro Sánchez se había opuesto, lo que determinó que la ejecutiva federal del PSOE le defenestrara. Actualmente, sin embargo, el PP no se llama a engaño. Sabe que el PSOE no se va a abstener. Y no porque, a la recíproca, no lo hiciera el PP por dos veces en 2019, sino porque, además, no serviría de nada. El Gobierno, sin apoyos parlamentarios, no sería eficaz. No podría conseguir sacar adelante ningún proyecto de ley, ni tampoco los Presupuestos Generales del Estado. Y, además, no se trataría de un Gobierno estable, sino que viviría la zozobra de estar siempre a merced de coyunturales mayorías parlamentarias adversas.

2. De no tener mayoría absoluta, al PP no le quedaría más remedio que pactar. Pero, ¿con quién? Y, ¿qué tipo de pacto?

Ni el PNV, ni los separatistas catalanes están dispuestos a pactar con el PP. Solo les queda Vox, y algunos diputados sueltos de Coalición Canaria, Teruel Existe, Foro Asturiano, y, quizás, UPN. El pacto preferido sería el de legislatura: se formaría un Gobierno monocolor, con unos compromisos concretos a cumplir a lo largo de la legislatura. Es la fórmula preferida por el PP, y que está intentando aplicar en la Región de Murcia.

Sin embargo, el aliado natural del PP es Vox. Y el partido de Abascal no quiere pacto de legislatura, sino coalición de gobierno. Sus argumentos son muy sencillos: no se fían del PP, y quieren estar dentro del Gobierno para vigilar que se cumpla lo pactado. Esta coalición de gobierno no le gusta en absoluto al PP, pero terminará aceptándola porque podría ser la única forma de que Feijóo alcanzase la presidencia.

Ahora bien, pudiera ocurrir que la izquierda, en esta recta final de la campaña, lograse dar la vuelta a las encuestas, de modo que Pedro Sánchez pudiera seguir de presidente del Gobierno. Es poco probable que esto ocurra, pero no imposible. La decepción en las filas del PP sería entonces inmensa. El partido no habría estado a la altura de las expectativas creadas. En este improbable supuesto, me permito anticipar dos consejos:

1. Que se le respete el liderazgo a Feijóo; que se le den más oportunidades, como las tuvo Aznar, o Rajoy; que Isabel Díaz Ayuso no tenga tanta prisa; y, tampoco, Miguel Angel Rodríguez.

2. Y el segundo consejo es que se respete el resultado electoral; que no pongan en duda la limpieza del proceso de elecciones; que no hablen de pucherazo; que no sigan cuestionando la eficacia e imparcialidad de Correos; que no nos recuerden a Trump ni a Bolsonaro.

Afortunadamente, este supuesto no va a ocurrir. Hoy ganará las elecciones el PP. Y, mañana lunes, España volverá a ir bien.