En apoyo a nuestro agro

No debemos olvidar que, por su fortaleza exportadora, es uno de los sectores que más contribuye al saneamiento de nuestra balanza comercial

Martes, 13 de febrero 2024, 00:46

Aveces olvidamos que debemos entender y atender a nuestros agricultores y ganaderos como merecen. Son la base de nuestro importante sector agroalimentario, estratégico para nuestra ... economía y sociedad. Sector que excede en más de dos puntos y medio porcentuales su participación en nuestro PIB, así que no hay que olvidar lo que representa este sector en la media europea, siendo el cuarto por el valor de su producción en la UE.

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No debemos olvidar tampoco que, por su fortaleza exportadora, es uno de los que más contribuye al saneamiento de nuestra balanza comercial, siendo esencial su contribución para el sostenimiento del mundo rural y cuidado de sus territorios, así como para garantizar nuestra soberanía alimentaria.

Es un sector clave al que jamás debemos dar la espalda, y hemos de saber valorarlo y apreciarlo impulsando políticas más realistas, sensibles a sus problemas, que, lejos del ecoesteticismo y el populismo interesado, comprendan, como bien señala el economista agrario Francesc Reguant en un artículo sobre la revuelta de la agricultura, que el trabajo por la necesaria sostenibilidad hay que hacerlo en este caso desde tres dimensiones: la medioambiental y la de garantizar la suficiencia y accesibilidad alimentaria, pero sin olvidar la de la necesaria viabilidad económica.

Ello requiere de una política agraria europea y española de mayor racionalidad y mesura en cuanto a sus exigencias que, pudiendo estar justificadas, requieren de un ejercicio de reflexión en cuanto a su calendario de aplicación y sus consecuencias, teniendo en cuenta costes difícilmente asumibles en el corto plazo, y más en los tan adversos contextos inflacionarios y comerciales actuales. Hay que evitar los excesos de burocracia, que a ningún sector agradan, si no son estrictamente necesarios, ayudándoles antes a asumir la carga que suponen en el desarrollo de su actividad.

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Como nos recordaba en una tribuna sobre las protestas de los agricultores franceses el profesor Eduardo Moyano, en un reciente encuentro con el agro francés, su muy joven primer ministro Gabriel Attal, en un gesto del mayor simbolismo bastante habitual por cierto en otros gobiernos de este país, afirmaba ante sus agricultores y ganaderos que «la France n'est rien sans son agriculture». Observamos con envidia un discurso claramente comprometido en defensa de su agricultura y de sus agricultores.

Esto último es algo similar a lo que a muchos de los que nos dedicamos desde años al estudio de nuestro agro en Cegea en la Universitat Politècnica de València, seguramente también por aquello de conocerlo para quererlo, nos gusta repetir: «España no es nada sin su agricultura», algo que seguro también agradecerían los agricultores de oír de nuestros responsables políticos, de cualquier signo, y más si se acompañan estas palabras de una mayor sensibilidad y ayudas ante sus graves problemas, bien manifiestos si pensamos en las dificultades de relevo generacional en sus explotaciones y el abandono en los últimos años, por desgracia, de muchas de ellas.

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Es verdad que se deben de afrontar importantes retos por parte de nuestros agricultores, que requieren de su esfuerzo y compromiso, como son la necesidad de avanzar en estructuras y modelos de explotación de mayor viabilidad y sostenibilidad, de forma individual o asociativa, si la dimensión de su explotación lo requiere. Es clave entender que hay que minorar las asimetrías en la cadena de valor alimentaria, lo que requiere de más procesos de integración y concentración asociativa por su parte. Ser el eslabón más débil (por su pequeña dimensión) en nada les ayuda en los procesos de formación de precios para sus productos, ante unos grandes operadores por parte de la demanda, en una cadena que debe ser supervisada para evitar prácticas desleales e indeseadas. Al tiempo, requiere de una mayor cooperación entre sus distintos eslabones para dar una mejor respuesta a las necesidades del consumidor en términos de suficiencia y seguridad alimentaria y, claro está, de accesibilidad y satisfacción en sus compras de alimentos.

Pero para avanzar en todo ello se requiere de comprensión y apoyo hacia este sector estratégico que, además, tiene que competir con terceros en mercados globales y abiertos, y le debemos garantizar siempre que lo pueda hacer en términos de una competencia leal y justa.

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