El futuro de la excelencia investigadora de la universidad
En una tribuna de opinión sobre la edad de jubilación voluntaria del profesorado, publicada ehace unos meses en 'The Conversation', reflexionábamos sobre la necesidad de ... prever las consecuencias que tendrán para las universidades españolas las jubilaciones masivas previsibles en los próximos años, acompañadas de la falta de reemplazo generacional. Sin lugar a dudas, este doble efecto podría dar lugar a un empeoramiento de muchos indicadores que miden la calidad y posicionamiento de las universidades españolas en el panorama internacional y, con ello, el deterioro previsible de la capacidad para realizar docencia e investigación de frontera de forma competitiva.
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En los últimos 40 años, las universidades se han ido adaptando a los cambios tecnológicos y legislativos para convertirse en el motor impulsor de gran parte de la investigación que se realiza en España, a pesar de la infrafinanciación existente a lo largo de los años. Así, el 70% de la producción científica que se lleva a cabo en nuestro país, se realiza en las universidades españolas, según los datos publicados por el observatorio IUNE. En cuanto a financiación de fondos captados, también representan un porcentaje muy significativo de los proyectos del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación, y los programas marco europeos (H2020 y HE).
Sin embargo, este tejido y estructuras fundamentales para el desarrollo científico se ven amenazados por las exigencias de los grandes cambios tecnológicos de los últimos años, y la forma multidisciplinar de abordar los grandes retos científicos. Si a esto sumamos las jubilaciones masivas y el reemplazo generacional, como ya se mencionó anteriormente, las universidades se enfrentan a una serie de retos muy complejos de resolver.
Actualmente, los cambios de política científica promovidos a nivel de la Comisión Europea a través del Espacio Europeo de Investigación, y del Espacio Europeo de Educación Superior afectan directamente a nuestras universidades. Estas tienen que incorporar estas políticas dentro de sus propios planes para no quedar relegadas en la progresión europea y seguir permaneciendo, como hasta ahora, en el grupo de cabeza.
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De esta forma, 54 universidades están participando en el gran proyecto de alianzas de Universidades Europeas, impulsado por la Comisión Europea, y que tiene como objetivo fortalecer la cooperación transnacional entre instituciones de educación superior en Europa, fomentando la creación de campus universitarios interconectados. Este modelo, va a permitir a estudiantes y personal académico moverse libremente entre universidades y participar en programas académicos y proyectos de investigación conjuntos. No podemos obviar que este proyecto representa un gran reto y una gran oportunidad y requiere de una adaptación institucional muy significativa a la hora de alinear los estándares europeos en términos de movilidad, reconocimiento de títulos y colaboración interdisciplina.
Otro gran proyecto que aborda a las universidades actualmente es la implementación de la Estrategia de Recursos Humanos de Investigación (HRS4R), una herramienta puesta en marcha por la Comisión Europea para apoyar a las instituciones de investigación en la aplicación de la Carta Europea del Investigador y el Código de Conducta para la contratación de investigadores y que tiene como objetivo principal contribuir al desarrollo de un mercado laboral europeo atractivo para ellos.
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En este mismo sentido, la Comisión Europea promueve desde al año 2022 la Reforma de la Evaluación de la Investigación que está siendo desarrollada por la Coalición para el Avance de la Evaluación de la Investigación (CoARA), y que pretende transformar los métodos con los que se mide el impacto y la calidad de la investigación científica. Para ello, es necesario desarrollar sistemas de evaluación de la investigación que puedan complementar al método tradicional centrado en métricas cuantitativas como el número de publicaciones y las citas, implementando una gran variedad de indicadores que permitan valorar aspectos como la calidad, la originalidad, la colaboración y el impacto social de la investigación.
Para las universidades españolas, la adhesión a CoARA va a implicar una revisión profunda de sus sistemas de evaluación y un cambio cultural hacia la apreciación de un espectro más amplio de resultados científicos. Este proceso requerirá una adaptación institucional, ajustes en los criterios de promoción académica y la creación de incentivos que valoren nuevas formas de excelencia investigadora, más alineadas con los valores de apertura, equidad y sostenibilidad que promueve la Comisión Europea. Es importante enfatizar que este camino ya está siendo abordado por las instituciones evaluadoras de nuestro país como la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, la Agencia Estatal de Investigación, el Instituto de Salud Carlos III y un conjunto de agencias de acreditación regionales, y por lo tanto, requiere de una alineación por parte de las universidades con los organismos que nos van a evaluar a nivel individual, proyectos de investigación e institucionalmente.
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Otro gran reto al que se enfrentan las universidades actualmente es el terreno de preparación para el próximo programa marco de investigación e innovación de la Unión Europea (FP10). Claramente, se puede prever un aumento de las exigencias en términos de innovación, impacto social y colaboración intersectorial para obtener financiación y por lo tanto las universidades necesitarán mejorar aún más su capacidad para crear sinergias entre investigación, empresas y la sociedad en general. Además, tendrán que desarrollar estrategias que permitan una alineación de los objetivos nacionales con los europeos.
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