La Fundación Cajamurcia versus la Consejería de Cultura

Viernes, 23 de febrero 2024, 00:59

(Enhorabuena a la Fundación Cajamurcia por la reciente concesión de la Medalla de Oro de la Universidad de Murcia)

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Estoy convencido de que la ... sociedad murciana no es en absoluto consciente y, por tanto, aún menos puede valorar, el inmenso trabajo y actividades que durante décadas ha venido realizando la Fundación Cajamurcia en favor de la cultura y el patrimonio histórico-artístico por toda la región. Como me dijo un directivo, las Cajas de Ahorro fueron un invento netamente español, que quitó mucha hambre y auxilió a incontables personas necesitadas durante la larga, oscura y miserable posguerra de nuestra penúltima tragedia incivil, siendo muy de lamentar su desaparición. Simultáneamente, las Cajas desplegaron una impagable labor social pegada al terruño cuyos recursos financieros gestionaban.

Conozco de primera mano el trabajo de la Fundación Cajamurcia. Contando con una plantilla escasa (no más de 10-12 personas), sus responsables (ver al final) han desarrollado una impresionante labor cultural. Además de actividades en el Aula o en Las Claras: charlas, conciertos, exposiciones, talleres, ciclos, promoción y presentación de libros, etc., abarcaban la recuperación de monumentos emblemáticos: catedral de Murcia, colegiata de Lorca, teatro romano de Cartagena, etc. Aunque la memoria sea frágil, algunos aún recordamos 'Huellas', 'Floridablanca' y otras magnas exposiciones. Es un gran acierto que la UMU haya concedido su más alta distinción, la Medalla de Oro, a la Fundación Cajamurcia, saldando así una deuda de gratitud con una de sus principales instituciones benefactoras.

Mi contacto con la Fundación data del presente siglo cuando siendo vicedecano de mi Facultad, les planteé organizar un ciclo sobre divulgación científica. No tuve la menor dificultad en obtener su beneplácito. Modestia incluida, durante seis ediciones, el ciclo 'Los desafíos de la Ciencia en el siglo XXI' fue un referente cuyo alcance traspasó los límites regionales (que no las fronteras). Con un nivel de asistencia más que aceptable, pasaron por el aula de Gran Vía algunas de las figuras más descollantes del panorama científico, tanto nacional: M. Salas, S. Grisolía, M. Delibes de Castro, R. Nájera, C. Nombela..., como local: J. A. Lozano, S. Zamora, A. Luna, A. Pérez Ruzafa, J. Guerra, etc. Con rigor y claridad, en ese foro se habló y debatió sobre células madre, genoma y clonación terapéutica, sida y nuevas enfermedades emergentes, guerra bacteriológica y catástrofes ambientales, biodiversidad y cambio climático... Jamás la Fundación puso la menor pega para traer a Murcia un conferenciante de nivel, dentro de un orden lógico, por supuesto.

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En el otro extremo de la actividad cultural en Murcia se halla la Consejería de Cultura (... y no sé cuántas cosas más), enmarcada en nuestro caótico, insolidario y ruinoso estado autonómico. Nutriéndose de fondos públicos, es decir de todos nuestros impuestos, ha diseñado un organigrama descomunal de secciones, cargos altos y medios, más una plétora de funcionarios que generan una burocracia desmedida, sin que la concreción real en resultados culturales resulte ni proporcional ni brillante, en modo alguno.

Hace algún tiempo, entré en la enorme página web del trasunto y no encontré ninguna actividad cultural de cierto interés que mereciera la pena. Incluso han cometido el desatino de apropiarse de un inmueble modernista emblemático, como es la Casa Díaz Cassou, antaño visitable, para convertirlo en un laberinto de despachos, oficinas y papeles sin término, de dudosa utilidad. Eso sí, como todos los politiquillos autonómicos, sus responsables se pasan el día en los medios dando la matraca rimbombante sobre proyectos, ideas, actuaciones, etc. de la Conserjería (perdón... Consejería). Este es un denominador común al despropósito autonómico que padecemos: demasiado ruido para pocas nueces.

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Agradecimiento: Deseo expresar mi agradecimiento y afecto en idénticas proporciones a los responsables ejecutivos de la Fundación Cajamurcia, con los que he tenido el privilegio y el placer de tratar. Los cito en el orden cronológico de nuestro mutuo conocimiento: Tomás Alburquerque, José Moreno, Ángel Campos y Pascual Martínez. Igualmente, hago extensivo ese agradecimiento a su presidente, Carlos Egea, a los vicepresidentes institucionales (incluyendo a los rectores Lozano, Roca y Cobacho), consejeros, patronos y a todos los miembros y personal que, en su larga historia, han trabajado y trabajan en la Fundación. Y resaltar el apoyo firme que le sigue prestando la actual dirección de CaixaBank.

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