Los pilares de la democracia

Eso de 'si no estás conmigo, no eres demócrata' ya lo utilizaban los partidos populistas españoles hace décadas

Miércoles, 8 de mayo 2024, 00:28

Cuando hablamos de Estado de derecho estamos definiendo un régimen propio de las sociedades democráticas en el que la Constitución garantiza la libertad, los derechos ... fundamentales, la separación de poderes, el principio de legalidad y la protección judicial frente al uso arbitrario del poder. Todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a las leyes. Todas las instituciones políticas que se rigen por el principio del 'Estado de derecho' deben garantizar la primacía e igualdad ante la ley, así como la separación de los tres poderes que lo definen: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Esos son los tres pilares sobre los que se sustenta cualquier Estado democrático. Si falla uno de estos pilares, no se puede definir ese Estado como democrático. Últimamente se habla de déficit y pérdida de calidad democrática cuando algunos de esos pilares que sostienen el Estado de derecho presentan alguna falla, pero lo cierto es que estos últimos conceptos esconden la triste realidad de que este Estado, ese país, se está alejando de los estándares democráticos.

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Nuestra Constitución fue aprobada y refrendada por las Cortes Generales en 1978, en una sesión plenaria presidida por el entonces presidente del Congreso de los Diputados, Fernando Álvarez de Miranda y Torres.

Me permitirán que les cuente algunas vivencias personales sobre mi vinculación con movimientos estudiantiles que, finalmente, me condujeron a mi afiliación a un partido político.

Mi etapa universitaria coincidió con los años setenta, antes y después de la muerte de Franco. Desde principios de los setenta, un grupo de compañeros formamos un movimiento de oposición al régimen establecido, por lo que, en alguna ocasión, corrimos huyendo de la policía de entonces ('los grises'). Al tercer año, el grupo se desgajó, pues varios se afiliaron al partido comunista (PC), en aquella época en la clandestinidad. A partir de ese momento, los objetivos de ese grupo fueron los que se marcaban desde el PC clandestino y su objetivo principal era el cierre de la facultad, la huelga indefinida, como ocurrió con la Universidad de Valladolid. El resto, entre los que me encontraba, decidimos enfrentarnos democráticamente a ese grupo, y así, en las aulas, estuvimos sometiendo a votación, casi diariamente, todas las propuestas, contrapropuestas y nuevas propuestas.

Tampoco faltaron las asambleas en el patio de la facultad, con sus votaciones a mano alzada. Cuando se desgajó ese grupo en dos, los que no nos afiliamos al PC pasamos a ser considerados fachas por los del PC. Si no estábamos con ellos, no había otra alternativa. ¿Les suena de algo?. Ahora se utiliza el término 'fachosfera'. Estando en quinto de Medicina, leí una entrevista en la revista 'Triunfo' de alguien que no conocía, pero que representaba y lideraba una oposición al régimen de entonces: Fernando Álvarez de Miranda y Torres. Sin pensármelo dos veces me planté en su despacho de Madrid, en la calle Cartagena. De allí salí afiliado a las Juventudes de la Izquierda Demócrata Cristiana. Esto me supuso no sentirme huérfano en mi oposición democrática a mis compañeros del PC.

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Al término de nuestros estudios de Medicina, todos nos fuimos a celebrarlo al restaurante El Soto y después a la discoteca Momos. A la salida de la misma, el líder de la izquierda y yo nos dimos un apretón de manos y estuvimos de acuerdo en que todos esos años de asambleas en nuestras aulas y en el patio de la facultad fueron nuestro parlamento, y que el único vencedor había sido el ejercicio pionero de hábitos y modos democráticos. Así terminó nuestra aventura universitaria. Prácticamente todos esos compañeros ocuparon puestos políticos destacados, y durante los siguientes 25 años, también quien esto suscribe.

Por todo ello me creo legitimado para afirmar que la situación que venimos viviendo desde hace meses y que se acentúa cada vez más, es la de la exaltación del populismo por parte del Gobierno central, desde donde se están erosionando clara e intencionadamente dos de los pilares que conforman un Estado de derecho, lo que supone que estamos más cerca de un gobierno popular que de uno democrático. Eso de 'si no estás conmigo, no eres demócrata' ya lo utilizaban los partidos populistas españoles hace décadas. Lástima de la deriva a la extrema izquierda de un partido que siempre ha sido la representación de la izquierda democrática española.

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