Durante las décadas de los años 60 y 70 se abordó en España la erradicación de una lacra latente históricamente en nuestra nación como era ... y aún sigue siendo, aunque en mucha menor medida en nuestro país, el analfabetismo, cuya realidad actual según estadísticas se sitúa cercana al medio millón de personas. Recuerdo a mi madre, maestra nacional, junto con otros compañeros docentes ejerciendo la sencilla y liberadora misión de enseñar a leer y escribir y las cuatro reglas en aulas expresamente para mayores –sobre todo en el medio rural–, y cuyo esencial objetivo era conseguir que esas personas se dotasen a sí mismas de herramientas para desenvolverse en el mundo con un mínimo de autonomía y seguridad. En esa tarea también durante el cumplimiento de los varones del servicio militar obligatorio se realizó un buen trabajo de liberación del yugo del analfabetismo.
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Así hoy afortunadamente han desaparecido hechos sonrojantes para todos como la firma con el pulgar, las cuentas con las manos o la delegación obligada en otras personas de las cálculos ordinarios ineludibles en el día a día por quienes no sabían realizarlos.
En este momento, sin embargo, sufrimos de otros tipos de analfabetismos –digital, financiero o de salud entre otros– que pueden constituirse en deficiencias y riesgos para un desenvolvimiento personal y profesional que limite nuestras capacidades y nuestro bienestar y calidad de vida. Incluso algunos de ellos se entrecruzan aumentando así la vulnerabilidad de las personas como son el analfabetismo digital y de salud.
La alfabetización contribuye a mejorar la comunicación médico-paciente y con el resto de los actores sanitarios
La alfabetización en salud (AES) es un concepto creado hace unos 40 años que fue incluido en el glosario de la Organización Mundial de la Salud desde el año 2005, y que se enmarca dentro de las tareas de educación para la salud y, tal y como proclama la Carta de Ottawa sobre promoción de la salud y la definición establecida por el Consorcio Europeo sobre Alfabetización para la Salud (2012), «la alfabetización para la salud está vinculada a la alfabetización y conlleva el conocimiento, la motivación y las actitudes de cada persona para comprender y aplicar la información en temas de salud con el fin de hacer valoraciones y tomar decisiones para sí misma en lo concerniente a temas cotidianos de salud, prevención de enfermedades y fomento de la salud, con la intención de mantener y/o mejorar la calidad de vida en el transcurso de esta». Europa ha incluido la alfabetización para la salud dentro de la Estrategia para la Salud 2020 dentro de sus objetivos clave esenciales, y es ya considerada un determinante de la salud.
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Los motivos y razones entre otras de esta consideración estriban en las evidencias que demuestran que una escasa o baja alfabetización en salud genera en la ciudadanía una no suficiente valoración de la prevención que repercute en una baja adopción de medidas preventivas personales –ejercicio, alimentación sana, hábitos de sueño, evitación del alcohol y tabaco frente a la enfermedad, etc.– y de los recursos y posibilidades preventivas a su alcance. Por ende se produce un aumento en tasas de hospitalización y frecuentación de los servicios sanitarios, sobre todo de urgencias y de Atención Primaria.
Asimismo y, como consecuencia de la ausencia de alfabetización en salud, se genera una peor autogestión de la propia enfermedad cuando esta aparece. Este hecho es esencial sobre todo en el caso del paciente crónico y anciano. También contribuye a una detección tardía de la enfermedad y una deficiente alerta ante la precocidad de síntomas. Señalar asimismo la influencia de la alfabetización en salud en un correcto consumo de los medicamentos, en los errores de dosificación y en adherencias inadecuadas a los tratamientos. La alfabetización en salud contribuye globalmente también a mejorar la comunicación médico-paciente y con el resto de los actores sanitarios y en la mejoría del nivel de salud percibida, siendo lo más llamativo que el déficit en AES contribuye a aumentar las tasas de morbimortalidad proyectadas a más de cinco años, tal y como demuestran algunos estudios de investigación con independencia de las circunstancias socioeconómicas y sanitarias. En el año 2010 se realizó en Europa una investigación mediante un cuestionario (HLS-EU_Q) cuyos resultados mostraron un nivel preocupante de déficit de alfabetización en salud en el 35,2% de la población europea en general, y en concreto en la población española del 50,8%, datos muy alarmantes, ya que reflejan la existencia de dificultades para la interpretación del significado de la información de salud y de los cuidados, y también para identificar cuándo es necesaria la asistencia sanitaria y el uso del sistema de salud.
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No entender las recomendaciones de los profesionales sanitarios, o dificultades para comprender los prospectos sanitarios, el etiquetado y composición de los alimentos o la repercusión de las medidas preventivas en nuestro estado de salud, entre otras manifestaciones de analfabetismo sanitario, deben resaltar la importancia de conseguir una buena alfabetización en salud de la población y la transcendencia de esta en el adecuado funcionamiento y logros del sistema sanitario.
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