Nada es lo que parece

El 'acento' murciano

Es cuestión de defender nuestras señas de identidad, esas palabras tan nuestras –picoesquina, acho...–, esa entonación tan propia de estas latitudes

Viernes, 23 de junio 2023, 01:26

El fragmento de un artículo sobre la diversidad de acentos que existen actualmente en España, aparecido en una de las pruebas de la EBAU (Evaluación ... de Bachillerato para el Acceso a la Universidad), correspondiente a la convocatoria de junio, ha provocado que los estudiantes, nacidos, en su inmensa mayoría, en la Región de Murcia, sacaran a relucir el orgullo de utilizar una modalidad dialectal que los distingue del resto de los españoles.

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El texto que figuraba en la mal llamada 'selectividad', hacía hincapié en esos casos, un tanto extremos, de personas que fueron discriminadas en la vida laboral a causa de ese marcado acento que deja bien patente su procedencia. Sin embargo, las conclusiones a las que llega el autor del artículo no podían ser más alentadoras y optimistas: se trata, en resumidas cuentas, de un patrimonio «que hay que valorarlo como merece». De manera que se nos invita a no tener vergüenza de ser como somos, a no tener ningún tipo de complejo, y a expresarnos lingüísticamente de la manera que nos sea más cómoda, sin pararse a pensar en cuál es la modalidad más correcta, como si en España existiera un ranking a la hora de 'cascar'.

La reacción de estos chicos ha sido unánime. He llegado a corregir casi ciento cincuenta exámenes y quienes eligieron este texto –la inmensa mayoría– dejaban patente que se identifican por completo con la tesis propuesta en esas líneas, y que, por lo tanto, es cuestión de defender, con uñas y dientes, nuestras señas de identidad, esas palabras tan nuestras –picoesquina, leja, acho, pijo...–, esa entonación, tan propia de estas latitudes, que no es otra cosa que el legado de los pueblos que nos habitaron a lo largo de la historia, esa fonética tan relajada que nos permite comernos, con voraz apetito, la mitad de las palabras, y no pronunciar las eses, las erres y las eles, dando lugar a graciosas confusiones, como 'farda' y 'falda'.

En la Huerta y en los medios rurales se habla con la boca más abierta de lo que es habitual. Tendemos a algo que en el uso de la lengua es instintivo: la Ley del Mínimo Esfuerzo, relajando, hasta extremos insospechados, nuestras cuerdas vocales, gastando así las energías justas y respondiendo, de este modo, a nuestra secular y eterna cansera del «pa qué quiés que vaya», que diría nuestro Vicente Medina, el mejor poeta dialectal de la literatura española de todos los tiempos, alabado por Azorín, aunque crucificado, literalmente, por el impío Baroja en sus 'Memorias'.

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Pero, quizá, lo más preocupante es que estos chicos, que se jugaban su porvenir en esas pruebas escritas de junio, manifiesten, abiertamente, haberse sentido alguna vez discriminados fuera de nuestra región por su manera de pronunciar la lengua española, en escenarios diversos, pero, sobre todo, en lugares como Madrid en donde hay sobrados tontos que creen hablar el mejor castellano del mundo. Alguien contaba el caso de un camarero que, justo en la capital española, con tan solo acudir a una mesa de la terraza, antes, incluso, de pedir de comer, ya les preguntaba, no sin cierto retintín, si venían de Murcia. Otra cosa bien distinta –esa era, precisamente, la tesis del artículo que se comentaba en selectividad– es que el acento de tu tierra, ese que ya viene marcado a fuego en el ADN, sea motivo de mofa y mueva a la broma pesada, al chiste o al cachondeo.

Pero, como en todas partes cuecen habas –y en la mía, a calderadas–, también me llamó poderosamente la atención, mientras corregía, el criterio de esos otros alumnos, nacidos en Hispanoamérica –ecuatorianos, colombianos, bolivianos, etc.–, o de origen magrebí, presentes en la convocatoria, que se quejaban amargamente del comportamiento, tan incoherente como poco elegante, de algunos 'murcianicos', compañeros del insti o de la calle, cuando escuchan su manera de expresarse, entreverada de diversos dialectos y de distintas lenguas.

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