«El amor es filósofo», dice Platón, en uno de los más bellos textos que se han escrito a lo largo de la historia para ... narrar el origen de Eros. Porque ambos, dice en el Banquete, el amor y la filosofía son unos necesitados de lo que sus antagónicos padres les dieron: la escasez y la abundancia. De ahí su condición eterna de anhelantes y náufragos.
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Pero España no ama a la Filosofía, nada en absoluto, o para ser más exactos, nuestros políticos odian a la Filosofía. Si no, no le darían un papel tan marginal en nuestra enseñanza e instituciones culturales.
En nuestro sistema educativo la Filosofía está 'a migajas'. Cada vez cuenta con menos horas lectivas. Mientras otras materias tienen presencia en los horarios de los jóvenes de 4 y 5 sesiones semanales, las materias filosóficas se imparten entre una y tres horas, no más. Reducida su presencia prácticamente al Bachillerato, se la enfoca para superar la prueba de acceso a la universidad, es decir, sólo para ser memorizada, no para ser aprehendida ni pensada.
Se quiere cambiar el sistema, pero no se forma a los alumnos en el pensamiento y la creatividad
Y esto es así haga la ley educativa el partido que la haga, que en algunas cosas bien sabemos que se llevan el canto un duro, de ahí que lo que dijeron unos un año lo digan después igual los otros, cambiando sólo el color de la tinta del texto. A nuestros legisladores educativos lo que más les gusta son las palabrejas nuevas con las que llenan los boletines oficiales. ¡Qué maravilla del fetichismo del lenguaje! 'Competencias educativas', 'estándares de aprendizaje', 'situaciones de aprendizaje', 'diseño universal para el aprendizaje' y no sigo. A esto es a lo que más tiempo dedican los elaboradores de nuestras leyes educativas. Buscan conceptos nuevos y cuando los han encontrado se aferran a ellos como un niño a un hortera globo de feria. Cuando ya los tienen, sonríen y saltan de alegría de forma un poco funesta, porque hace tiempo que dejaron de ser niños, si lo fueran pensarían todavía en ellos. Entonces, borrachos de su éxito, se apresuran a ponerlos en todas las páginas curriculares, sin temor alguno a la consumidora redundancia, para que así cobren la realidad que no tenían. Y esto tenemos que cumplirlo los profesores a pies juntillas, sin olvidarlo nunca, esos conceptos son lo más importante de todo.
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Y es que esta es nuestra forma, la española, de hacernos los modernos, todavía estamos en estas. Un poco como en la época de Ortega, ya saben de la anécdota del torero cuando preguntó por la profesión del filósofo. Pues eso, hoy en España, cuando algunos nos dedicamos a la filosofía, otros todavía piensan que es porque 'hay gente pa to'. Y nosotros, claro, no hacemos otra cosa que mostrarnos, como funcionarios fieles del Estado que somos, sumisamente agradecidos.
La Filosofía no sirve para construir grandes rascacielos, ni iphones de última generación o coches eléctricos. Como tampoco sirven para esto la Música o el Arte, que están igual o peor tratados en nuestra enseñanza reglada. Y, como no son saberes directamente productivos, se les minusvalora y desprecia muy torpemente. Bien sabrán los matemáticos y científicos más puros, si es que esto existe, lo fundamental que ha sido el aporte de los filósofos de la lógica difusa, del cálculo computacional y de la física cuántica también para producir nuestros valiosos objetos contemporáneos.
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Se quiere cambiar el sistema productivo español, potenciando la iniciativa empresarial en los alumnos, pero no se les forma en el pensamiento y la creatividad. Esto no se les enseña a nuestros jóvenes, que de los niños ni hablamos, cero en Filosofía y Música en la enseñanza primaria. Lejos estamos de proyectos verdaderamente interdisciplinares encaminados al logro de una formación integral, sino que seguimos inmersos en modelos que estereotipan a los alumnos en pos del desarrollo de sólo un determinado perfil. En España pretendemos la construcción de seres humanos pensadores y libres, como mucho, a migajas. Y gracias.
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