Luces y sombras de la fascinación por la tecnología

Es imprescindible abrir la puerta y la mente a las nuevas tecnologías, pero hagámoslo de la mano de la razón

Jueves, 18 de mayo 2023, 00:37

Alo largo de los últimos 50 años se han producido algunos de los avances tecnológicos que más han influido en la calidad de vida y ... la felicidad del ser humano. Las comunicaciones, la carrera espacial, la biomedicina y un largo etcétera de hitos del conocimiento que han venido sucediendo, casi con descaro, y se han instalado en nuestra rutina existencial provocando un estado de fascinación creciente.

Publicidad

El Diccionario de la Academia de la Lengua y también el de Dª María Moliner resumen las acepciones del término fascinación «como una suerte de atracción o seducción irresistible que siente una persona hacia algo o hacia alguien, en función de sus características». Se proponen una retahíla de significados, tales como alucinación o hechizo y una variada sinonimia, para terminar con un premonitorio, 'engaño'. Podríamos decir que la fascinación es «un estado de ánimo, generalmente transitorio, que se genera ante una situación de admiración extrema frente a determinadas propiedades que nuestros sentidos descubren y que nos impide reaccionar con un análisis racional frente a los auténticos valores de aquello que nos fascina».

La abducción que la fascinación ejerce sobre cada cual es diferente y tiene que ver con cómo estén repartidos el conocimiento, la información y la capacidad de reflexión. Entre admirar o caer rendidamente fascinado hay un trecho que se suele salvar si aplicamos la razón. El filósofo Marina nos recuerda que «si entre el estímulo y la respuesta no establecemos un periodo de reflexión, seguiremos siendo monos acelerados»

La fascinación no entiende de edad, sexo ni condición social, y contiene matices en función del objeto que la provoca. Los más maduros, aunque conservemos nuestra capacidad de sorpresa y de curiosidad, estamos influidos de un saludable hálito de escepticismo que modula la atracción desmedida por lo nuevo y nos ayuda a enfrentarlo de manera más sosegada.

Publicidad

Hay iniciativas innovadoras orientadas a atemperar el efecto de la fascinación, fundamentalmente en el ámbito educativo, para aliviar el exagerado impacto que tiene sobre la sociedad. Se centran en el desarrollo de procesos cognitivos más avanzados que la simple adquisición o comprensión de la información y con una disposición decidida a educar para la vida.

Antes de continuar hagamos algunos comentarios sobre la tecnología, el segundo ingrediente de este análisis.

El término tecnología, con raíces griegas (téchnè: técnica, oficio y más comúnmente destreza) engloba no solo a equipamientos vanguardistas. La tecnología no es solo un equipo o un software, lo es también un procedimiento de trabajo y un larguísimo etcétera de herramientas que utilizamos para satisfacer nuestras necesidades.

Publicidad

Los avances tecnológicos son elementos estratégicos de primer orden para la competencia económica. La historia está llena de ejemplos que, aun tratando de disfrazarse de nobles razones, ocultan el interés bastardo por conseguir una situación de predominio.

Además de funciones básicas, existen otras menos relevantes. Por un lado la estética, que introduce la belleza a través del color o la forma, para seducir al consumidor, con prestaciones de escasa utilidad. También la simbólica, que busca el alardeo y el mantenimiento de un estatus, en lugar de satisfacer las necesidades básicas del ser humano. Entramos en otra dimensión fundamental: la vertiente ética: la tecnología no es un fin en sí mismo, es un medio para conseguir la mejor calidad de vida posible, en un equilibrio razonable con el medio, que garantice la continuidad para las futuras generaciones. No hay, pues, tecnologías buenas ni malas y, por tanto, los juicios éticos son aplicables al uso que le damos.

Publicidad

Cualquier avance tecnológico debería estar sometido a la verificación previa de su previsible impacto, ya que toda tecnología es susceptible de provocar efectos no deseados sobre el ser humano.

Neil Postman, autor de 'Tecnópolis. La rendición de la cultura a la tecnología', sigue aportando luces para entender el impacto cultural de las innovaciones tecnológicas. Nos recuerda que «la cultura siempre paga un precio por la tecnología; adoptar socialmente la tecnología, conlleva transformaciones culturales que, en ocasiones, tienen una dimensión traumática». Además, nos advierte que los cambios tecnológicos provocan desequilibrios, ya que benefician a unos y perjudican a otros y, en ocasiones, sin rentabilidad social alguna.

Varias son las causas a las que se atribuye la fascinación por la tecnología. La admiración exagerada por la novedad, que hace que lo nuevo se retroalimente asimismo a mayor velocidad que el estudio sobre sus consecuencias. También el hedonismo que ha venido apoderándose de la sociedad a lo largo de los últimos 40 años, suplantando en cierta medida el sentido y el fin de la vida. Sentirse cómodo con uno mismo se ha convertido en un estatus claramente marginal e insuficiente. Y, además, el empacho de información, en ocasiones con intereses espurios que nos orientan al consumismo. El Roto, con su habitual magisterio, nos recuerda que «cuando los medios cesaron de hablar de la gripe, la población dejó de estornudar».

Publicidad

Pero las tecnologías no siempre provocaron fascinación. Durante la 1ª Revolución Industrial surgió un movimiento reivindicativo, el luddismo, liderado por Ned Ludd, cuyo objetivo era impedir violentamente los avances tecnológicos en los antiguos telares británicos que suponían una amenaza para sus puestos de trabajo. Los ludditas fueron considerados un claro ejemplo de resistencia a la innovación tecnológica.

Debatir con espíritu maniqueo (tecnofilia frente a tecnofobia) no es la solución y no conduciría a nada. Es imprescindible abrir la puerta y la mente a las nuevas tecnologías, pero hagámoslo de la mano de la razón, respetando nuestros valores y situando a la fascinación en el lugar que le corresponda en cada caso.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad