El valor de un legado

En un tiempo en el que los médicos se convierten en héroes cotidianos, es justo y necesario detenernos a honrar la dedicación y el compromiso de Juana Campillo

Hace apenas unas semanas, nuestra querida compañera oncóloga médica Juana Campillo se jubiló. Se despidió de los pasillos del hospital Virgen de la Arrixaca dejando ... tras de sí un vacío inmenso en el corazón de todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerla. Juana no solo es una médica excepcional, era la primera en llegar al Hospital de Día y siempre estaba a disposición tanto de sus pacientes como de todo su equipo. Su ausencia, por haber pasado a una nueva etapa vital, esa ansiada jubilación, ha dejado un hueco imposible de llenar, una sensación de pérdida que se extiende por cada rincón del hospital y más allá.

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En un tiempo en el que los médicos se convierten en héroes cotidianos, es justo y necesario detenernos a honrar la dedicación y el compromiso de quienes como Juana Campillo han dedicado su vida a la Medicina. Ella es parte de esa generación de médicos que, con esfuerzo y sacrificio, han levantado los pilares de nuestro sistema sanitario.

Recordar a Juana es recordar también a figuras emblemáticas de nuestra sanidad murciana y de su historia oncológica, como son Víctor Pérez, Juan Domingo Alonso y Agustín Navarrete, quienes junto a ella han contribuido al desarrollo y renombre del servicio de Oncología Médica del Hospital Virgen de la Arrixaca. Juntos, construyeron un referente en la lucha contra el cáncer, brindando esperanza y apoyo a innumerables pacientes y sus familias.

El legado que Juana nos deja es inmenso. Es el fruto de años de trabajo arduo, de vocación y de entrega. Pero también es un recordatorio de la responsabilidad que recae sobre las nuevas generaciones. Mantener vivo ese legado no es solo un deber, sino una gran responsabilidad que asumimos con honor. Es continuar la labor de aquellos que nos precedieron, haciendo valer su esfuerzo y dedicación.

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En palabras del filósofo Bernardo de Chartres, «somos enanos a hombros de gigantes». Juana Campillo es un ejemplo de esos gigantes sobre cuyos hombros hoy nos alzamos. Si somos capaces de ver más lejos, si somos capaces de alcanzar nuevas metas, es gracias a ellos y a su legado. Por ello, en este momento de despedida y gratitud, renovamos nuestro compromiso de continuar su legado, de seguir adelante con el mismo ímpetu y la misma pasión que ellos nos enseñaron.

La importancia de trabajar con personas como Juana para las nuevas generaciones de médicos no puede ser subestimada. Aprender de su experiencia, su dedicación y su amor por la medicina es fundamental para entender la base de esta profesión. Juana representa el compromiso con el paciente, la empatía y la vocación que todo médico debería tener. Su ejemplo inspira a las nuevas generaciones a seguir sus pasos y a honrar el juramento hipocrático.

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En resumidas palabras, el legado de Juana Campillo y de otros médicos ejemplares como ella es un recordatorio de la importancia de la dedicación y el compromiso en la Medicina. Para las nuevas generaciones de médicos, aprender de su experiencia es fundamental para comprender la esencia de esta noble profesión y mantener viva la llama del amor y la vocación por la profesión médica.

Gracias, Juana, por todo lo que nos has dado. Tu legado perdurará en cada vida que has tocado, en cada paciente que has cuidado y en cada médico que has inspirado. Mientras emprendes esta nueva etapa de jubilación, te deseamos lo mejor. Que este tiempo sea una oportunidad para disfrutar de la vida, de tu familia y amigos, y que sigas siendo un faro de luz y apoyo para todos los que tenemos la suerte de contar contigo.

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