Lunes 3 de mayo
Reuniones en la universidad. Tiempo perdido.
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Por la tarde, comienzas la rehabilitación de la rodilla. Otra hora y media perdida entre esperas y tiempos muertos ... tendido en la camilla.
Quisieras dejarlo todo y ponerte ya con la novela, pero queda el último escollo: una conferencia a la que dijiste que sí y ahora te gustaría decir que no. Compromisos que adquieres pensando que están lejos en el calendario y que siempre acaban llegando cuando más inoportunos son. Es la semana que viene, pero, si no comienzas a prepararla ya, no llegarás. Diste un título y debes empezar a leer y esbozar para aproximarte: 'El otro lado de la imagen: sombras, manchas y reflejos'. Muy sugerente, sí. Pero ahora hay que pensarla.
Martes 4 de mayo
Te levantas temprano e intentas al menos abrir el archivo de la novela para volver a tenerla fresca en la cabeza. Decides dejarlo enseguida. Esos momentos robados a la gestión y a las clases tendrán que ser estas dos semanas para la conferencia sobre las sombras. No retomarás la novela hasta que puedas entrar ahí con todas tus fuerzas –aunque sean las fuerzas robadas–.
En clase, hablas sobre el arte conceptual y el momento en que la obra se convierte en filosofía. Te demoras en On Kawara y su reflexión sobre el tiempo. Sus telegramas y postales son el precedente de las redes sociales: «Me he levantado a las 8», «Aún estoy vivo», «Hoy no me voy a suicidar». Marcadores de tiempo y experiencia cotidiana.
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Por la tarde, rehabilitación y, después, Club Renacimiento. Habláis sobre la corrección.
Mientras cenas, episodio de 'Fauda'. De fondo, las noticias: Ayuso arrasa en Madrid; Iglesias dimite; todo comenzó en Murcia.
Miércoles 5 de mayo
Resaca electoral. No se habla de otra cosa. Como si España fuera solo Madrid. Con Cataluña es aún peor
Contestas mails y buscas imágenes para la clase de hoy. No estás en tu mejor versión este cuatrimestre.
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Después de la clase, visitas la exposición de Ana Genovés y Lawrence Corby en Art Nueve. Los dos artistas trabajan sobre lo precario, las formas débiles, las geometrías inestables. Te interesa especialmente el sentido de lo sinestro de la obra de Ana. Lo siniestro freudiano: lo familar-extraño, los objetos y formas que recuerdan a algo que no son. Te hacen pensar en la obra de Rachel Whiteread y en eso que Smithson llamó «materialidad perturbante», esa cualidad extraña de los materiales para inquietar al espectador. Es algo que te gusta en el arte: la incertidumbre, el no saber a ciencia cierta a qué te estás enfrentando.
Coméis en el Jota Ele. Están Pablo y Aurelia, Isabel y Sergio, también María Ángeles, que os invita. Habláis de libros y apuntas varias lecturas. Revuela en todo momento sobre vosotros la preocupación por la crisis climática, la intuición del fin de un estado de cosas.
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Frente a vosotros hay una mesa de ancianos. Ninguno baja de los noventa años. Han llegado con andadores, bastones y sillas de ruedas. Toman su vino, su cerveza y acaban con un asiático y un chupito. Te hacen pensar en la vejez. Tratas de verte así, entre amigos, dentro de treinta o cuarenta años. Pero, por alguna razón, te da vértigo ese pensamiento. No llegas a imaginar ese tiempo lejano por venir. Hay un fundido en negro, como si no consiguieras visualizar el futuro.
Clase del Club Renacimiento por la tarde. Terminas justo para ver la semifinal. Pierde el Madrid. Bastante ha hecho con el equipo y las lesiones.
De nuevo, episodio de 'Fauda'. Ya es una rutina.
Jueves 6 de mayo
Sigues trabajando la conferencia de la semana próxima sobre la sombra. Cada libro que lees te lleva a otro lugar. Una vez más, sientes que has sido demasiado ambicioso y que, en realidad, con el material que has recopilado tienes para un libro. Sombras, manchas y reflejos: los fallos de la obra como marcadores de realidad, como lugares de conexión con la experiencia del espectador. Te interesa y te gustaría seguir trabajando ahí y, al mismo tiempo, quisieras terminar ya y quitarte de encima la responsabilidad para regresar a la novela.
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Adonde sí que regresas hoy es al preparador personal. En mes y medio has perdido toda la forma. También la fuerza. Te cuesta todo demasiado. Intuyes que mañana tendrás agujetas.
Por la tarde, viajas con Leo a Lorca para presentar 'El don de la siesta' y 'El arte a contratiempo' en la librería Futuro Imperfecto. Roger y Verónica han montado allí algo excepcional. No hay en Murcia nada parecido.
Aunque al principio os cuesta coger el tono, la presentación fluye y es divertida. En la terraza del Plaza Cool Beat, con cervezas y copas en la mesa. Todo es distendido. También lo que viene después. La firma de libros y la conversación. Se suman Marta y María. Estáis a gusto y quisierais quedaros toda la noche, pero tenéis que volver antes del toque de queda. Regresáis cargados de crespillos.
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Viernes 7 de mayo
Escribes temprano el diario. Después, continúas preparando la conferencia, leyendo los trabajos de Mieke Bal sobre Nalini Malani y sus juegos de sombras.
Hoy, por fin, vuelves presencialmente a la tertulia de la SER. Tener el micro delante y ver las caras de los compañeros lo cambia todo. Por teléfono se pierde rapidez e intensidad. También se pierden las cervezas de después y el buen rato.
Por la tarde, grabas con Leo las partes que faltaban del podcast en el que trabajáis. La universidad aún no ha puesto el aire acondicionado y notas las gotas de sudor caer por tu espalda. A pesar del calor, editáis la entrevista a David Trueba y grabáis la conversación posterior. Te falta aún encontrar el tono preciso. Sigues viéndote demasiado artificial.
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Ya en casa, terminas de ver 'Fauda'. Te deja de nuevo con mal cuerpo. Tiene la capacidad de entrar en tu cotidianidad. Te vas a la cama con una extraña sensación de tristeza, como si hubieras perdido a un ser querido.
Sábado 8 de mayo
Toda la mañana editando el podcast. Te gusta el resultado. No eres un profesional. Y no sabes si te has metido en un terreno que no es el tuyo. Pero disfrutas cortando y pegando fragmentos. El tiempo desaparece.
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Comenzáis a ver 'El inocente'. Es mala, pero engancha. Droga adulterada.
Por la tarde, contestas correos y sales un momento a la calle. Percibes algo insólito en el ambiente. Una alegría y una impaciencia crecientes. Hoy acaba el estado de alarma. Lo recibes en casa, acostado antes de la doce.
Domingo 9 de mayo
Despiertas con las imágenes de la gente en la calle, sin toque de queda. Algunos han pensado que ha desaparecido el virus y se les va la mano con las celebraciones. También se les fue a los votantes de Ayuso, y a muchos futboleros cuando su equipo gana. Es difícil contener lo espontáneo. Pero para eso existen medidas. Y policía. Lo que no te gusta es el modo en que se ha demonizado a la juventud, como si fuera culpable de todo.
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Por la tarde, asistes con Raquel al espectáculo de Bob Pop en el Teatro Circo. 'Los días ajenos'. Aprendes, disfrutas, ríes y lloras. Bob, sentado en el centro del escenario, relata su vida a través de las vidas de los otros. El final es emocionante. El aplauso entusiasta del público también.
Regresáis a casa en menos de diez minutos. No dejáis de decirlo en todo el camino: qué gusto estar en Murcia, qué felicidad la casa, qué suerte haberla encontrado.
Ves el Madrid. Empata. Te indignas con el arbitraje. Aunque el disgusto te dura cinco minutos. Te encierras en tu despacho y retomas la conferencia sobre las sombras. Solo quieres terminarla ya, que llegue el día, que acabe la semana que todavía no ha empezado. Estás en el límite de la distancia necesaria para regresar con fuerza a la novela. Debes hacerlo ya. Antes de que sea demasiado tarde.
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