El deber de los dirigentes

ASÍ ME PARECE ·

Lo que España necesita es que los dos grandes partidos sean capaces de llegar a acuerdos de Estado, que se plasmen en pactos de legislatura

En mi opinión, la actual situación de España no requiere elevadas especulaciones teóricas, sino reflexiones políticas concretas, con nombres y apellidos. No se trata de ... determinar en abstracto qué deberían hacer nuestros dirigentes políticos. Lo que importa es concretar cuál es el deber de Pedro Sánchez y de Alberto Núñez Feijóo. Este año de 2023 concluirá con unas elecciones generales, que serán decisivas para el futuro de todos. A simple vista, pues, parecería que el deber de Pedro Sánchez sería intentar conservar el poder político; y el de Alberto Núñez Feijóo intentar alcanzar La Moncloa. Sin embargo, las próximas elecciones generales serán tan trascendentales para este país, que yo me atrevería a proponer a los ciudadanos que demos todos juntos un paso más, que elevemos el nivel de nuestra exigencia. Y que no nos limitemos a preguntarnos si ganará Sánchez o Feijóo; si el que gane lo hará con mayoría absoluta o relativa, y cuáles serían sus posibilidades de pactar con otras fuerzas políticas. Daríamos un paso más en nuestras exigencias si nos planteásemos qué harán con el poder, una vez alcanzado en las urnas; para qué quieren el poder; cómo pretenden ejercerlo. Y este paso más en nuestra reflexión política nos permitirá concretar lo que nosotros, los ciudadanos de a pie, consideramos que ha de ser el deber de nuestros dirigentes. Se trata, gane el que gane, de infundir sentido histórico a sus responsabilidades políticas, de modo que el ejercicio del poder se dignifique adquiriendo una dimensión ética. Pero, para llegar a esta determinación, es preciso efectuar unas reflexiones políticas muy concretas, nada abstractas. Algunas de las fases o pautas de esta reflexión serían las siguientes:

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1. Los dos problemas más graves que aquejan a la sociedad española no pueden ser resueltos unilateralmente ni por el PP, ni por el PSOE. Más aún, no pueden ser resueltos unilateralmente ni por el bloque de izquierdas ni por el bloque de la derecha. Los grandes problemas de España solo pueden ser abordados con eficacia mediante acuerdos de los dos grandes partidos. Por eso da igual que gane uno u otro, o que gane con mayoría absoluta o sin ella. De cualquier forma, lo que España necesita, en mi opinión, es que los dos grandes partidos sean capaces de llegar a acuerdos de Estado, que se plasmen en pactos de legislatura, o en una gran coalición de gobierno, porque solo así encontraremos soluciones definitivas que despejarán nuestro horizonte como nación. No nos importa, pues, quién venza, y quién será el vencido en las elecciones de 2023. Lo que de verdad nos importa a los españoles es que Sánchez y Feijóo asuman que su deber en estos momentos es el ganar, no para vencer, sino para convencer al adversario de la necesidad de caminar juntos.

2. España padece un problema de falta de solidaridad territorial, cuyas manifestaciones más agudas son los esfuerzos para alcanzar la independencia de los separatistas catalanes y vascos. Y en la solución de este problema nos jugamos la supervivencia de la Constitución, la convivencia, la paz y la libertad.

La mezquina, egoísta e implacable agenda política de los separatistas solo puede ser desactivada si Sánchez y Feijóo son capaces de ofrecer de consuno un proyecto político sugestivo y atractivo por su dimensión histórica. Los españoles, de izquierdas y de derechas, tenemos que saber que nuestros dirigentes políticos están de acuerdo en iniciar un proceso de reforma de la Constitución. Para neutralizar los separatismos hay que recuperar el sentido de la unidad. Reformar el título VIII, y que el Estado tenga instrumentos para garantizar la igualdad de todos los españoles y la solidaridad de todas las regiones.

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Si hace años el PP y el PSOE hubieran comprendido la necesidad de este pacto de Estado, no habrían nacido ni Ciudadanos ni Vox. Y ahora no estaría la derecha echando cuentas sobre cómo gobernar municipios y comunidades autónomas.

3. El segundo gran problema es la falta de solidaridad social. Tras la crisis de 2008, las erróneas políticas impuestas por Angela Merkel, al disminuir la financiación de los servicios públicos, y llevar al umbral de la pobreza a grandes sectores de la población, incrementó la brecha de la desigualdad. Hubo más pobres en Europa, y algunos ricos se hicieron más ricos. Afloraron las corrientes radicales de los indignados, que en España fueron el origen de Podemos, y de la fragmentación del voto de la izquierda.

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El Gobierno de coalición de Pedro Sánchez está intentando, de modo unilateral, reducir la brecha de la desigualdad, y poner en marcha medidas de solidaridad social. Pero, para poder continuar por este camino, se necesitará un pacto PSOE-PP. De no haberlo, las izquierdas radicalizarán sus propuestas, y los de derechas se opondrán a ellas, y amenazarán con derogarlas. No avanzaríamos en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

De este modo, para mí está claro: el deber de nuestros dirigentes políticos no es solo ganar las elecciones, sino ganar el futuro.

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