En las fiestas de Carthagineses y Romanos casi siempre hay alguna trifulca. Este año, la más sonada se grabó con un móvil y se difundió ... en redes, por lo que tuvo bastante repercusión en distintos medios de comunicación. En el vídeo se ve a dos chavales que se cogen, forcejean, se separan, se ponen en guardia con los puños en alto y mueven los pies, amenazando con atacar sin decidirse a hacerlo. En medio, una chica intenta separarlos sin éxito, mientras los espectadores apuestan a que ella será la primera que reciba. De repente, otro tipo aparece por detrás de uno de los contrincantes y le asesta un tremendo puñetazo en la cara que lo desploma semiinconsciente. Después, los dos aprovechan para pegarle patadas al chaval indefenso en el suelo.
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Mis hijos van a clases de defensa personal y su maestro de jiu-jitsu analizó el vídeo con ellos. Lo primero que les dijo es que siempre deben evitar una pelea, la violencia siempre debe ser el último recurso. Si alguien les insulta o les provoca, tienen que ignorarlo y seguir a lo suyo sin permitir que les afecte ni les amargue la noche. Si la provocación continúa, lo mejor es irse del lugar para evitar el conflicto a toda costa. En caso de que les cojan, les rodeen o les ataquen directamente, entonces sí tienen que poner en práctica las técnicas que les enseña el jiu-jitsu, pero la idea es la misma, dejar al contrincante fuera de juego lo más rápido posible para huir de la situación. La patada en los testículos sigue siendo muy eficaz, aunque se pueden utilizar golpes en otras partes del cuerpo, proyecciones o luxaciones.
Otra cosa que les enseñó el vídeo es a no descuidar la retaguardia. Por lo visto, que alguien ataque por la espalda es más habitual de lo que parece. La gente que sale a buscar pelea no suele ir sola y si te rodean o te sorprenden por detrás, estás perdido.
Las artes marciales son mucho más que saber pegar puñetazos y patadas, son una filosofía de vida, un camino para el autodescubrimiento y la mejora continua. Algunos de los valores que transmiten son la disciplina, la confianza, la humildad y el respeto por los demás. La humildad nos hace conscientes de lo mucho que nos queda por aprender y de la necesidad de seguir mejorando en todos los aspectos de la vida. Por lo tanto, nos ayuda a evitar la arrogancia y a mantenernos en constante búsqueda de la excelencia.
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